Recientes enfrentamientos entre grupos armados en territorio del jefe del Cartel de Sinaloa actualmente en la cárcel, Joaquín "El Chapo" Guzmán, ilustran cómo la fragmentación del hampa en México cambia la dinámica de la violencia criminal en el país.
Los detalles de las confrontaciones han demostrado ser difíciles de confirmar, pero medios noticiosos tanto locales como nacionales han informado que cientos de residentes de la ciudad de Badiraguato, Sinaloa —por mucho tiempo fortín de El Chapo— han dejado sus hogares en las últimas semanas debido a la actual violencia en la zona.
La presente ola de masacres parece haberse iniciado el 11 de junio, con la incursión de un grupo de hombres armados en Badiraguato, del municipio de La Tuna, lugar de residencia de la madre de El Chapo. Según notas de prensa, los pistoleros —de quienes se dice pertenecen al rival del Cartel de Sinaloa, la Organización Beltrán Leyva (OBL)— saquearon la casa de la madre de El Chapo, mataron a varias personas y robaron vehículos de áreas vecinas.
Una fuente del ejército declaró a El Informador que había un miembro del cartel de Sinaloa entre los muertos en una serie más reciente de enfrentamientos en Culiacán, capital del estado, y en Cosalá, pueblo a unos 64 kilómetros al sur de Badiraguato. El Informador identificó a la víctima como el célebre jefe del Cartel de Sinaloa en Cosalá, Juan Carlos Landeros, alias "El Güero 90".
Las autoridades no han confirmado oficialmente quién está detrás de esos hechos, pero la galardonada periodista mexicana Anabel Hernández escribió hace poco en Proceso que otra legendaria figura del hampa mexicano, Rafael Caro Quintero, ha pasado el tiempo desde su liberación de prisión en agosto de 2013 consolidando alianzas con la OBL y otros grupos criminales con la meta de emprender una toma hostil del territorio de Sinaloa.
Hernández cita a un comandante militar de nombre Alfonso Duarte Múgica para confirmar que el ataque del 11 de junio a La Tuna fue dirigido por Alfredo Beltrán Guzmán, sobrino de El Chapo e hijo del antiguo jefe de la OBL, ahora en prisión, Alfredo Beltrán Leyva. El semanario sinaloense Río Doce trae una nota similar que señala que “por lo menos dos" fuentes anónimas declararon al medio que los atacantes hacían parte de la OBL.
Análisis de InSight Crime
Varias noticias, incluyendo las de Hernández y Río Doce, han retratado la reciente violencia en Sinaloa como indicio de una guerra más extensa entre el Cartel de Sinaloa y la OBL. Pero es más probable que los enfrentamientos recientes sean un efecto colateral de la continua fragmentación del panorama criminal de México, una evolución que seguramente se aceleró con el arresto de El Chapo en enero de 2016 y la consiguiente aprobación de dos jueces mexicanos sobre su extradición a Estados Unidos.
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Los grupos criminales mexicanos funcionan ahora menos como grandes organizaciones jerárquicas y más como redes descentralizadas. Las lealtades entre actores criminales están en continuo cambio, y tienden a presentarse confrontaciones violentas cuando dichos actores luchan por el control de áreas de importancia estratégica, como Badiraguato, ubicada en la zona del “Triángulo Dorado”, al noroeste de México, conocida por la producción de grandes cantidades de opio y marihuana.
Las confrontaciones recientes en Sinaloa probablemente no auguren un conflicto a gran escala entre la OBL y el Cartel de Sinaloa similar al que se desató después de la separación de ambos grupos en 2008. Más bien, estos hechos reflejan una evolución de la dinámica de la violencia criminal como resultado de la fragmentación en marcha en el hampa mexicano.