La policía de Uruguay tiene evidencia de que más de 400 personas -entre ellas miembros de barras bravas, directivos de equipos de fútbol, y al menos un político- están involucradas en el tráfico de drogas y armas; una intersección entre el fútbol y el crimen organizado que también se ha visto en la vecina Argentina.
La policía dice que dentro de este grupo de sospechosos, al menos 50 han sido identificados como líderes de la red, informó El Observador.
Fuentes no identificadas vinculadas a la investigación dijeron a El Observador que decenas de dirigentes de clubes de fútbol, empresarios, y miembros de clubes de fans conocidos como "barras bravas" pronto serían citados con base en evidencia de tráfico de armas. Los posibles cargos también incluyen el tráfico de drogas y la protección de ciudadanos requeridos por la justicia.
Las "barras bravas" son bandas de aficionados al fútbol que provocan peleas violentas con partidarios de equipos rivales. Estos aficionados a veces están involucradas en otras actividades criminales, como el tráfico de drogas, como se ha visto en Argentina. La policía infiltró a grupos de aficionados al fútbol de Uruguay como parte de la investigación, informó El Observador. Según El País, la investigación comenzó después de que un miembro de un grupo de aficionados al fútbol fuera condenado por tráfico de drogas en marzo de 2013.
Según El Observador, las autoridades siguen reuniendo pruebas para acusar al político anónimo. Hasta tres políticos podrían ser objeto de investigación, según El País.
Análisis de InSight Crime
Esta investigación proporciona evidencia de que algunas de las bandas de aficionados al fútbol de Uruguay han comenzado a operar de una manera similar a las "barras bravas" de Argentina que son conocidas por participar en una serie de actividades ilegales, desde la organización de ventas ilegales de entradas y servicios de estacionamiento informales hasta el tráfico local de drogas. También ostentan una gran cantidad de poder e impunidad a través de estrechos vínculos con políticos y sindicatos, y tienen una influencia significativa sobre los presidentes de los clubes de fútbol.
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Ha habido señales de que grupos de aficionados al fútbol de Uruguay están adquiriendo poder y fuerza. La policía ha identificado como peligrosos a más de 10 de estos grupos. A principios de este año, los dirigentes de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) renunciaron por incidentes de violencia relacionados con el fútbol y debido a la decisión del gobierno de no desplegar a la policía en los estadios de fútbol.