Alrededor de 300 reservistas de las Fuerzas Armadas (FFAA) están siendo entrenados para servir como guardias de prisión en Honduras; una medida que podría mejorar la seguridad pero que probablemente no será una solución a largo plazo para los altos niveles de sobrepoblación y violencia en el sistema penitenciario del país.
El 16 de septiembre, el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, inauguró el primer curso para entrenar a soldados reservistas para que sirvan como guardias de prisión, informó Proceso Digital. Según el Coronel Francisco Gálvez Granados, el director del Instituto Penitenciario de Honduras, el uso de reservistas de las Fuerzas Armadas como guardias de prisión apunta a mejorar la seguridad en las cárceles del país.
“Lo que ha pasado en Honduras es que los centros penitenciarios se han convertido en escuelas de crimen y eso no puede seguir así”, dijo el presidente Hernández a los soldados en entrenamiento.
Mientras tanto, el coordinador del Instituto Penitenciario afirmó que las cárceles del país han recibido a 1.500 reclusos adicionales en lo que va de 2014, subiendo el número total de internos a 14.500, informó Tiempo. En un sistema penitenciario diseñado para 8.000 reclusos, esto significa que los centros de detención están casi al doble de su capacidad.
Análisis de InSight Crime
El sistema penitenciario de Honduras sufre de altos niveles de sobrepoblación y violencia, y su seguridad es a menudo controlada por capos de prisión, conocidos como “bulls”, quienes cobran impuestos e imponen castigos a otros presos. Esta peligrosa combinación de factores ha alimentado varios incidentes mortales en los últimos años, incluyendo el motín en 2012 en una prisión de San Pedro Sula que llevó al asesinato de por lo menos 13 reclusos.
En lugar de evitar que los criminales perjudiquen a la sociedad, las cárceles de Honduras sirven como centros para la actividad criminal. Un agente de la prisión estimó a principios de este año que los prisioneros del país generan alrededor de US$180 millones al año, producto del tráfico de drogas, la extorsión, y los robos de bancos coordinados por medio de teléfonos celulares.
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Pese a que el empleo de reservistas de las Fuerzas Armadas como guardianes de prisión podría ayudar a arrebatar el control de los centros de detención del país de los reclusos, esto hará poco para resolver los problemas que surgen a raíz de la sobrepoblación. Militarizar las prisiones también aumenta las preocupaciones de los defensores de los Derechos Humanos sobre el potencial uso de tácticas militares contra los reclusos.
Esta no es la primera vez que Honduras ha usado a las Fuerzas Armadas para enfrentar problemas de seguridad ciudadana. El año pasado, Honduras creó una fuerza policial militar para encarar una crisis de seguridad nacional. Tras un tiroteo en una prisión a las afueras de Tegucigalpa en agosto de 2013, fue desplegado personal militar para tomar el control de la prisión y de los centros de detención en San Pedro Sula por un período de 90 días.