El asesinato de un conocido excongresista de Paraguay, quien al parecer tenía vínculos con el narcotráfico, podría ser un indicio de que habrá más violencia, en un momento en que los nexos narcopolíticos del país comienzan a mostrar su lado más sangriento.
El 5 de mayo, Magdaleno Silva, congresista de Paraguay durante dos períodos, fue baleado por varios hombres fuertemente armados frente a su casa en la ciudad de Yby Yaú. El hijo de Silva y dos ganaderos con quienes se encontraba hablando también fueron asesinados.
Silva siempre fue un político controvertido, y a lo largo de su carrera fue acusado de nexos con el narcotráfico en varias ocasiones, informó Última Hora. En 2010, por ejemplo, un opositor político se refirió a él como “el representante del narcotráfico en el Congreso”, aunque nunca se presentaron cargos en su contra.
Aunque se retiró del Congreso en 2013, Silva continuó siendo una poderosa figura política en Yby Yaú y seguía siendo conocido como “el caudillo” por su importante influencia política.
Las autoridades afirman que los principales sospechosos del asesinato son presuntos narcotraficantes de la familia Esquivel. La policía ya realizó un allanamiento a una propiedad perteneciente a la familia, donde arrestaron a una persona e incautaron varias armas, informó ABC.
El asesinato fue el segundo atentado contra la vida de Silva, luego de una acción fallida en septiembre del año pasado.
Análisis de InSight Crime
El asesinato de Magdaleno Silva es el más reciente de una serie de eventos que indican la profundidad de los posibles vínculos entre el narcotráfico y los políticos corruptos en Paraguay.
El caso se presenta luego del escándalo de narcopolítica del año pasado, cuando se develaron los nexos de varios congresistas con grupos narcotraficantes, incluyendo al Primer Comando Capital (PCC) de Brasil.
Las acusaciones apuntan a lo más alto de la política paraguaya. El presidente Horacio Cartes ha sido blanco de constantes acusaciones de nexos con el narcotráfico y el lavado de dinero; además, tiene familiares que han sido condenados por tráfico de drogas.
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Sin embargo, hasta el asesinato de Silva eran pocos los indicios de que estas conexiones se fueran a traducir en violencia contra los políticos. Asesinar a un político, sea corrupto o no, es una acción extrema, pues lleva a la violencia relacionada con la guerra contra las drogas a otro nivel, muy por encima de un ajuste de cuentas del hampa. Adicionalmente, atacar a personalidades públicas reconocidas llama la atención tanto de los medios como de las fuerzas de seguridad.
Si bien es posible que el asesinato de Silva resulte ser un caso aislado, también podría ser una señal de la injerencia de la violencia criminal en la política nacional —y de que el futuro podría deparar aún más violencia relacionada con la narcopolítica—.