Numerosas fuentes le han dicho a Al Jazeera que la incapacidad de las autoridades para reducir el crimen en El Salvador ha contribuido al surgimiento de un temible grupo dedicado a matar a presuntos pandilleros, pero los intentos del gobierno por retomar el control están exacerbando la violencia.
“La policía y el ejército hacen lo que pueden”, le dijo un portavoz del escuadrón de la muerte conocido como “Los Exterminio” al cineasta Lali Houghton y al periodista local Bryan Avelar. “Pero nunca podrán verdaderamente proteger a nuestras comunidades. Tenemos que defendernos”.
Esta entrevista hizo parte de una investigación de Al Jazeera sobre el escuadrón de la muerte que opera en la provincia oriental de San Miguel, al que se le han atribuido al menos 40 asesinatos de pandilleros.
El sentimiento expresado por el portavoz es compartido por un agente de policía activo que está bajo investigación, junto con 19 de sus colegas, por posibles vínculos con Los Exterminio.
“Las personas que viven en el campo están indefensas”, dijo el hombre, conocido como Inspector Maradiaga. “La policía puede ir allá una o dos veces al mes, pero estos criminales viven allí. Por eso es que estas personas deciden resolver el asunto por su propia cuenta”.
El periodista Juan Carlos Díaz señaló además que la débil presencia del gobierno en ciertas áreas es lo que más motiva la existencia del escuadrón de la muerte antipandillas.
“El origen del grupo Los Exterminio es el abandono de las comunidades por parte del Estado”, le dijo Díaz a Al Jazeera. “El Estado no ha logrado garantizar la seguridad, y por eso aquellos que pueden se han organizado para luchar contra los criminales”.
Análisis InSight Crime
Las autoridades de El Salvador se sienten cada vez más presionadas para llenar el vacío de seguridad mencionado en la investigación de Al Jazeera. El año pasado, El Salvador se convirtió en la capital mundial del crimen, y parece que conservará el deshonroso título en 2016.
Los funcionarios de seguridad están intentando retomar el control mediante la aplicación de políticas antipandillas más severas, como las “medidas extraordinarias”, que buscan bloquear la comunicación entre los líderes de las pandillas encarcelados y sus subalternos en las calles. Estas políticas van acompañadas de ofensivas militarizadas contra los grupos. Las más reciente de éstas, el “Plan Némesis”, se implementó como respuesta a un supuesto plan de MS13 de librar una “intensa guerra contra el sistema”.
Pero, como era de esperarse, esta estrategia ha conducido a mayores niveles de violencia y enfrentamientos entre las pandillas y la policía. Al menos 44 policías y 20 soldados han muerto este año —un alto número que, sin embargo, es pequeño en comparación con los más de 500 presuntos pandilleros asesinados—. Esta asimétrica proporción sugiere que un número significativo de estos supuestos “enfrentamientos” han sido en realidad ejecuciones extrajudiciales por parte de las fuerzas de seguridad.
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En lugar de desplegar más unidades de policía, redirigir estos recursos para mejorar el débil sistema judicial de El Salvador probablemente generaría mejores resultados en materia de seguridad a largo plazo. La tasa de impunidad de los homicidios se sitúa en el 94 por ciento, lo que significa que ni las pandillas, ni los escuadrones de la muerte ni la policía tienen suficientes incentivos para detener los asesinatos.
“El verdadero cáncer es la impunidad”, le dijo Avelar a Al Jazeera. “La impunidad ha permitido que el fenómeno de las pandillas crezca y evolucione, y ahora ha creado estos otros grupos armados violentos”.