Las autoridades arrestaron al líder de un grupo criminal, cuyas operaciones en el suroeste de Colombia podrían convertirse en un modelo para los elementos de la guerrilla de las FARC que sigan implicados en el narcotráfico.
El 14 de enero, la policía colombiana capturó a Miguel Antonio Bastidas Bravo, alias "La Gárgola" o el "Capo del Sur", en la ciudad de Cali, al suroeste del país, según informes de El Tiempo.
Según El Espectador, Bastidas era el cabecilla de una banda narcotraficante conocida como "La Constru". Se cree que coordinaba embarques de cocaína que partían de los departamentos de Putumayo y Nariño, en Colombia, e iban a lo largo de la costa pacífica y hasta México. Las autoridades lo señalan como el responsable de la producción y venta de 2.000 kilogramos de cocaína al mes.
Arrestado anteriormente en 2013, Bastidas ha estado prófugo después de escapar, según Caracol. Entre las acusaciones en su contra están asesinato, concierto para delinquir con fines de narcotráfico y tráfico de armas.
Análisis de InSight Crime
El gobierno colombiano está entrando en las etapas finales de las negociaciones de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de (FARC), que se desarrollan actualmente en La Habana, Cuba, sobre el último punto en la agenda de finalización del conflicto e implementación de un cese bilateral al fuego. La meta es llegar a un acuerdo negociado antes del 23 de marzo.
Una de las mayores preocupaciones en torno a los diálogos de paz entre el gobierno y las FARC, sin embargo, es la posible criminalización de ciertos elementos de las FARC. Por mucho tiempo se ha sabido que las FARC participan en el comercio de la droga, aunque sus jefes por lo general niegan o minimizan el alcance de la participación del grupo.
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Se cree que grupos como La Constru, una organización de origen paramilitar, trabajan para las FARC: comprando base de coca del grupo guerrillero, procesándola para hacer cocaína y transportándola a lo largo de la costa o hacia Ecuador con protección de las FARC, antes de venderla finalmente a grupos mexicanos. La mayor parte de las ganancias va a las FARC, para financiar sus operaciones.
Este modelo ayuda a las FARC a seguir negando su participación en el negocio de la droga. Una posibilidad es que incluso en una etapa de postconflicto en Colombia, habría elementos de las FARC que buscaran mantener relaciones con grupos como La Constru. Este fenómeno podría generar gran controversia, especialmente si otras facciones de las FARC forman un partido político y se involucran en la política tradicional en Colombia.