Según documentos judiciales, dos sobrinos de la esposa del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quienes enfrentan cargos por tráfico de drogas en Nueva York, planeaban recibir cocaína de la guerrilla colombiana FARC —un caso que plantea interrogantes acerca de quién puede haber sido el autor intelectual de la operación de tráfico de drogas—.
El 22 de julio, los fiscales del caso contra Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas —acusados en la Corte del Distrito Sur de Nueva York de conspirar para traficar 800 kilogramos de cocaína desde Venezuela a Estados Unidos, pasando por Honduras— presentaron documentos judiciales en los que señalan que los acusados intentaban obtener la cocaína de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Campos y Flores, sobrinos de la primera dama venezolana, Cilia Flores, fueron arrestados en Haití el 10 de noviembre y transferidos a Estados Unidos. Todavía están en espera de juicio y se han declarado no culpables.
Los fiscales presentaron los documentos para responder a las solicitudes de los abogados defensores de eliminar las presuntas confesiones hechas por ambos hombres con relación a su vuelo de Haití a Nueva York en un avión de la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA por sus iniciales en inglés). Las defensa afirma (pdf) que ellos desconocían sus derechos bajo la ley estadounidense, que creyeron que estaban siendo secuestrados y que fueron “obligados” a hacer las declaraciones.
Según los fiscales, los dos hombres admitieron haber estado en contacto con un traficante conocido como “El Gocho”, que administraba drogas de las FARC e iba a entregar 800 kilogramos.
Tras su detención, Campo también supuestamente les dijo a los agentes estadounidenses, dada su reputación y su condición en Venezuela, que él no necesitó ayuda del gobierno, la policía o funcionarios militares venezolanos para contrabandear drogas en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Caracas.
Los nuevos documentos judiciales también incluyen fotografías que al parecer muestran a Campo manipulando un paquete de cocaína mientras Flores lo observa (vea abajo). Los sobrinos supuestamente llevaron la cocaína a una reunión con fuentes confidenciales de la DEA en Caracas para demostrar la pureza de las drogas que ellos podrían recibir.
Según los fiscales, Flores tenía previsto que el primer cargamento de cocaína generaría US$5 millones —y que su ganancia sería de US$560.000—, mientras que los posteriores cargamentos de drogas hacia Estados Unidos podrían haber generado ganancias por US$20 millones.
Durante una entrevista con agentes de Estados Unidos luego de los arrestos (pdf), Campo se retractó de una declaración según la cual el dinero ganado con los cargamentos de drogas sería utilizado para ayudar a financiar la campaña de su tía, Cilia Flores, para postularse al Congreso.
Análisis de InSight Crime
A pesar de que se han divulgado nuevos detalles sobre la acusación contra Campo y Flores, algunas preguntas siguen sin respuesta. La más importante es sí altos funcionarios venezolanos conocían o eran cómplices de las presuntas actividades de narcotráfico de los sobrinos.
Una reciente investigación llevada a cabo por InSight Crime en Venezuela sugiere que Campo y Flores probablemente no eran los cerebros de la red de narcotráfico. Quizá solo servían como fachada política para la operación.
Se ha especulado que el Cartel de los Soles, conformado por personal del ejército y la policía de Venezuela, tuvo participación en las operaciones de tráfico. Oficiales militares, entre ellos un oficial de la fuerza aérea venezolana, sirvieron como piloto y tripulación del jet privado en el que Campo y Flores volaron a Haití.
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Un aspecto adicional en este caso es que la cocaína en cuestión iba a ser suministrada por el grupo guerrillero colombiano de las FARC —una acusación que resulta creíble—. Se rumora que las FARC han estado incrementando sus actividades de narcotráfico con el fin de aumentar las finanzas del grupo antes de la firma de un acuerdo final de paz con el gobierno colombiano. Dicho acuerdo implicará que el grupo abandone su participación en el tráfico de drogas.
Por otra parte, las FARC controlan cerca de un 70 por ciento de los cultivos de coca en Colombia. En el departamento de Norte de Santander, en la frontera con Venezuela, se ha presentado un auge en el cultivo de coca en los últimos años. Ha habido estimaciones de que cada año entran 200 toneladas de cocaína colombiana a los mercados internacionales de la droga a través de Venezuela.