Un funcionario peruano anunció una caída de casi 50 por ciento en el precio de la coca en 2015, e hizo la aseveración, cuestionable, de que la ley de 2015, que facultó a las fuerzas de seguridad para derribar aviones sospechosos de llevar droga, es la responsable de la depreciación.
Alberto Otárola, presidente de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA) de Perú, anunció una caída “histórica” en el precio de la coca, al bajar casi 50 por ciento de unos US$3,60 por kilogramo en enero de 2015 a cerca de US$1,80 para marzo de 2016, según información de El Peruano.
"La caída del precio de la coca tiene una explicación: la interdicción aérea ha sido altamente disuasiva; la impunidad de las 'narcoavionetas' se acabó", comentó Otárola a la AFP.
Aprobada a mediados de 2015, la ley de interdicción aérea en Perú faculta a la Fuerza Aérea Peruana a derribar aviones sospechosos de traficar estupefacientes si no acatan las órdenes de aterrizaje.
Según Otárola, la caída del precio ha sido especialmente pronunciada en la región del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), donde se produce casi la mitad de la coca ilícita de Perú, señala EFE.
Otárola también reconoció el trabajo de DEVIDA y de las autoridades locales en las regiones cocaleras para la reducción del cultivo. El funcionario afirmó que la estrategia de desarrollo alternativo de Perú se centra en aspectos estructurales, como educación, reducción de la pobreza y mejoramiento de la infraestructura.
"Todos estos factores ayudaron a que caiga el precio de la coca, al no existir demanda”, afirmó Otárola. "Así, los agricultores buscarán cambiarla por productos que les generen mejores ingresos, como el cacao".
Análisis de InSight Crime
El argumento de Otárola de que la ley de interdicción aérea en Perú es la mayor responsable de la importante caída del precio de la coca parece contradecir los principios básicos de la economía en lo que respecta a la oferta y la demanda. Es decir, si la ley de derribo de aviones en Perú sí estuviera surtiendo el efecto que alega Otárola de reducir el tráfico aéreo de cocaína, es de esperar que eso limitara la oferta y forzara el aumento de los precios.
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Más aún, es escasa la evidencia que indica que Perú —plataforma de lanzamiento para el llamado “puente de la cocaína” en la región— haya logrado frenar el tráfico aéreo, o que la demanda de coca haya tenido una caída sustancial.
Pero aun si el puente aéreo de la cocaína se hubiera debilitado, los traficantes peruanos usan múltiples métodos para contrabandear los narcóticos fuera del país. Esto incluye rutas terrestres y fluviales, que dan a los traficantes varias opciones en caso de que un método de contrabando enfrente interferencia.
Es posible que la caída en los precios de la coca tenga una causa contraria a la que plantea Otárola: sobreoferta. Las autoridades peruanas erradicaron un récord de 35.000 hectáreas de la planta en 2015, pero a duras penas tocaron la coca sembrada en el VRAEM por preocupaciones de seguridad, derivadas de la presencia del grupo insurgente Sendero Luminoso. Entre tanto, el cultivo de la coca ha tenido un aumento repentino en Colombia, donde el gobierno detuvo la fumigación aérea de los campos de coca el año pasado por razones de salud, lo que puede saturar el mercado regional de la coca.