En Brasil, 42.000 jóvenes —la mayoría de ellos varones de piel negra— morirán violentamente entre 2013 y 2019, según un estudio reciente que plantea interrogantes acerca de la manera en que el país planea reducir la violencia juvenil.
Esta proyección, basada en estadísticas de los homicidios juveniles en 2012, fue presentada en una conferencia de prensa el pasado 28 de enero por el gobierno brasileño, Unicef y miembros de la sociedad civil.
“La desigualdad se manifiesta en este mapa de la violencia”, dijo la ministra de la Secretaría de Derechos Humanos de Brasil, Ideli Salvatti, en la conferencia. Los análisis previos sobre estadísticas de asesinatos de jóvenes en el país han demostrado que estos son discriminados por raza, género e ingresos.
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Los jóvenes de piel negra tienen tres veces más probabilidades de morir violentamente que los blancos, los chicos tienen casi 12 veces más probabilidades de morir que las chicas, y gran parte del aumento en los homicidios se concentra en la región noreste del país, que es relativamente más pobre. En el sureste, región más pudiente y más densamente poblada, los homicidios de jóvenes han disminuido.
En la misma conferencia, Salvatti anunció la creación de un grupo de trabajo conformado por diferentes dependencias del gobierno, que intentará crear una estrategia para reducir la violencia juvenil.
Análisis de InSight Crime
Descifrar las estadísticas puede a veces ser complicado. Durante el período de diez años entre 2002 y 2012, los homicidios juveniles subieron solo 2,7 por ciento, lo que sugiere un período de relativa estabilidad. Sin embargo, esto oculta los enormes cambios en las tasas de asesinatos al interior de los estados.
Los programas de seguridad en ciudades grandes como São Paulo y Río de Janeiro contribuyeron a la reducción en los homicidios, mientras que en los estados del noreste los asesinatos se dispararon. En el estado de Río Grande del Norte, los homicidios aumentaron en 293,6 por ciento durante este período.
Algunos informes atribuyen el aumento de la violencia en Brasil al creciente papel del crimen organizado y a la expansión del narcotráfico. Según un artículo publicado en 2007 en Der Spiegel, las pandillas brasileñas emplean niños para hacer su trabajo sucio, a veces dándoles drogas para desensibilizarlos ante la violencia. Un niño de 11 años de edad dijo que “no sintió nada” después de asesinar a un miembro de una pandilla rival porque estaba “muy drogado”.
Otros estudios, como un informe publicado en 2012 por la prestigiosa Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), han demostrado que las drogas y las pandillas no son la causa del aumento de los asesinatos. Por el contrario, este aumento es causado por una “cultura de la violencia” y la impunidad generalizada.