El gobierno está negociando con líderes de la comunidad de la región que es el epicentro de los cultivos de coca en el oriente de Colombia, luego de más de dos semanas de violentas protestas, desatadas por los programas de erradicación, lo que ilustra el continuo fracaso de las autoridades para hacer frente a las causas subyacentes del cultivo de coca.
Desde el 10 de junio, la región del Catatumbo en el departamento de Norte de Santander ha sido consumida por protestas y disturbios que han dejado a cuatro manifestantes muertos y más de cincuenta heridos.
Más de 12.000 campesinos han participado en las protestas, informó Prensa Latina, exigiendo que el gobierno cese la erradicación de coca hasta que pueda ofrecer una alternativa económicamente viable. También piden más inversión en infraestructura y servicios públicos, y que la región sea considerada una "zona de reserva rural” semi-autónoma.
La policía antidisturbios enviada a la zona para controlar las protestas, ha recibido numerosas críticas por su respuesta de mano dura, incluyendo acusaciones de haber disparado indiscriminadamente contra la multitud.
La policía por su parte, ha señalado que la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se encuentra detrás de los disturbios, y dice que ha sido atacada por manifestantes armados con machetes, "papas bomba" (pequeños explosivos que están hechos de químicos envueltos en papel aluminio), y "tatucos" (morteros caseros muy ustilizados por las FARC).
El gobierno, en principio, se negó a responder a las demandas de los manifestantes, pero dio marcha atrás a principios de esta semana y comenzó conversaciones con representantes de la comunidad, el 25 de junio.
Análisis de InSight Crime
El departamento de Norte de Santander es uno de los principales territorios de cultivo de coca en Colombia. Es también el hogar de la guerrilla de las FARC, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los remanentes narcotraficantes del Ejército Popular de Liberación (EPL), y también cuenta con una importante presencia de grupos narco-paramilitares como los Rastrojos.
Sin duda, es interés tanto financiero como político de la guerrilla fomentar los disturbios en la región, ya que es una forma de proteger sus fuentes de coca de la erradicación, al mismo tiempo que llama la atención sobre un problema que se ubica en el centro de sus demandas en las actuales conversaciones de paz, además de causarle un dolor de cabeza político al gobierno.
No obstante, incluso si los guerrilleros están involucrados en las protestas, esto no va en detrimento de la legitimidad de las demandas de los lugareños. Los temas resaltados por los manifestantes personifican cuestiones sociales que a menudo se encuentran detrás del cultivo de la coca –la pobreza y la falta de oportunidades y desarrollo–. También personifican la razón principal por la cual los programas de erradicación no han logrado poner fin a los cultivos –la falta de una alternativa legal para los agricultores–. Hasta que estos temas sean abordados, es probable que las campañas de erradicación de coca continúen provocando conflictos en regiones como Norte de Santander, con o sin la intervención de la guerrilla.