Presuntamente, los desaparecidos en México están siendo esclavizados en campos de trabajo forzado a cargo de grupos criminales; un escenario que podría ayudar a explicar la situación de decenas de miles de personas reportadas como desaparecidas desde 2006.
En entrevistas con Proceso, familiares de las víctimas, defensores de derechos humanos, líderes religiosos y organizaciones no gubernamentales describen cómo estas personas prisioneras son obligadas a trabajar en México en una gran variedad de formas, bajo horrendas condiciones y amenazas de muerte.
Según organizaciones de la sociedad civil, los "trabajos" incluyen asesinatos, la preparación de marihuana, construcción de túneles, limpiar las guaridas (casas de seguridad), preparar alimentos, la instalación de equipos de comunicaciones y actuar como vigilantes o esclavos sexuales.
Una de las víctimas dijo a su hermana que mientras se encontraba en cautiverio, vio cómo violaban a otras rehenes y fue obligado a llevar a cabo robos a mano armada, mientras eran alimentados únicamente con fideos instantáneos. Se escapó una noche, cuando los guardias se drogaron demasiado, pero se rindió luego de que el grupo criminal amenazara con matar a su familia, le dijo su hermana a Proceso.
Un informe de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, obtenido a través de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública de México, reveló que entre 2009 y 2013, los funcionarios del gobierno liberaron a 2.352 esclavos, de los cuales 855 eran inmigrantes. Juan López, abogado de la ONG Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (Fundem), dice que de las más de 26.000 personas que han desaparecido en México en los últimos seis años, hasta una tercera parte podría estar esclavizada.
El Obispo Raúl Vera López de Saltillo, describe los lugares de trabajo forzoso como "campos de concentración".
Análisis de InSight Crime
Ha habido informes previos de grupos criminales mexicanos, que reclutan y esclavizan forzosamente a las personas, para realizar tareas especializadas, incluyendo ingenieros. También es sabido que las pandillas secuestran personas –los inmigrantes se encuentran entre las poblaciones más vulnerables– y los retienen en casas de seguridad al tiempo que exigen grandes pagos de rescate para su liberación.
VEA MÁS: Informe especial de InSight Crime: A la sombra del crimen en las Américas
La idea de que hasta un tercio de las víctimas desaparecidas en México, de hecho, pueda estar trabajando en condiciones de esclavitud es una propuesta espeluznante, aunque no es del todo plausible dado los enormes márgenes de ganancia disponibles para las organizaciones criminales –¿Por qué, entonces, se verían obligadas a recurrir a operaciones de esclavitud a gran escala si tienen la capacidad de pagar a los reclutas voluntarios? No obstante, es posible que sí se den casos aislados–.
El abogado de Fundem, Juan López, dijo a Proceso que los desaparecidos aparecen a veces, pero rara vez se puede entrevistarlos, lo que explica por qué hay poco registro público sobre este tema. "La gente que escapa queda descompuesta, psicológicamente rota. (...) alcanzan a llegar a sus casas, toman sus cosas y huyen", dijo.
En última instancia, la idea de que podrían existir estos campos de trabajo forzado añade más peso a la exigencia de que el gobierno mexicano debe investigar a fondo qué ha sucedido con las víctimas de su “crisis” de desapariciones forzadas.