Un grupo ciudadano de autodefensa en el norte de Perú ha estado asaltando burdeles y golpeando a prostitutas, en la última manifestación de un movimiento de autodefensa en Latinoamérica cuyos límites cada vez son más inciertos.
Un video publicado por varios periódicos muestra cómo un grupo de hombres en el barrio de Santa Elena, en la región de Cajamarca, persigue a mujeres semidesnudas fuera de un establecimiento, azotándolas con látigos y golpeándolas con palos. Afuera, los clientes de las mujeres fueron obligados a hacer flexiones mientras también eran golpeados.
Al día siguiente, el mismo grupo entró a otro prostíbulo, destrozó sus puertas, quitó los muebles y el equipo de sonido y provocó un incendio, informó Perú 21. Las prostitutas y otros trabajadores también fueron golpeados.
Al parecer el grupo está dirigido por un hombre llamado Fernando Chuquilín Ramos, quien fue expulsado del Comité Central de Rondas Urbanas de Cajamarca, una organización fachada de las autodefensas.
Chuquilín dijo a Canal N que el grupo no se detendría hasta que todos los clubes nocturnos fueran cerrados, informó El Comercio. E instó a los funcionarios de la Fiscalía a que "dejen sus asientos y se pongan a trabajar".
El presidente de otro grupo de patrulla urbana condenó las acciones del grupo de Chuquilín, diciendo que estaba prohibido golpear a las mujeres y llevar a cabo operaciones con capuchas o con los rostros cubiertos, informó El Comercio. Un abogado que representa a las víctimas del grupo afirmó que los miembros de la autodefensa habían robado muchos de los teléfonos celulares de las prostitutas.
Análisis de InSight Crime
Los grupos ciudadanos de autodefensas tienen una larga historia en Perú. Las "rondas campesinas" -grupos de autodefensas campesinas– se formaron en los años setenta para proteger a los agricultores del robo de ganado y lucharon contra la guerrilla maoísta Sendero Luminoso dos décadas más tarde. En algunas zonas rurales remotas de Perú todavía actúan como una fuerza de policía comunitaria de facto, aplicando castigos tradicionales como la golpiza y las caminatas nocturnas con pies descalzos a temperaturas bajo cero.
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Una ley nacional en Perú le ha otorgado a los grupos rurales pacíficos los derechos para administrar justicia, mientras que algunas autoridades regionales, entre ellas Cajamarca, también han reconocido a las patrullas urbanas, explicó un fiscal de Cajamarca a El Comercio. Sin embargo ellos deben coordinar con las fuerzas locales de seguridad y no se les permite dictaminar castigos.
Al igual que en otras partes de Latinoamérica, los grupos ocupan una zona gris en la que la protección a las comunidades puede transformarse en la comisión de sus propios abusos contra los conciudadanos -un buen ejemplo es la evolución de los grupos de autodefensas en organizaciones paramilitares en Colombia durante los años ochenta. En el pasado, las rondas peruanas han enfrentado acusaciones de tortura, maltratos, y robo de propiedades. Así como los golpes a las prostitutas, que sin duda están lejos de la "defensa del ciudadano".
Chuquilín dijo a Canal N que el grupo no se detendría hasta que todos esos clubes nocturnos fueran cerrados, informó El Comercio. Agregó que los funcionarios de la Fiscalía "dejen sus asientos y se pongan a trabajar".