Un grupo criminal costarricense recibió más de US$100.000 por apoyo logístico a narcotraficantes, una evidencia de que los servicios de los “transportistas” en el país centroamericano son hoy más lucrativos que nunca.

Las autoridades desarticularon el grupo a mediados de noviembre después de estar durante un año investigando sus operaciones de montaje de pistas de aterrizaje clandestinas en Guanacaste, región al norte de Costa Rica sobre la costa Pacífica, como informó el Diario Extra. Entre los 17 detenidos se encontraba el líder del grupo, Raúl Rodríguez Castillo, alias “Tío Tony”.

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El grupo cobraba entre US$100.000 y US$150.000 por sus servicios, los cuales incluían la construcción de pistas aéreas para aterrizajes de narcoaviones, recarga de combustible de aviones y preparación para su despegue a otros países, explicó Walter Espinoza, director general del departamento de investigaciones de Costa Rica. El grupo trabajaba de forma independiente, prestando sus servicios a varias organizaciones narcotraficantes internacionales. También supuestamente tenía nexos con un exjefe de policía de Costa Rica, que purga una sentencia de 10 años por narcotráfico fuera de Guanacaste.

En noviembre, también fue capturada la cabeza de un segundo grupo transportista, aunque no se le imputó ningún delito. Espinoza comentó que el hombre era dueño de un hotel y “pieza clave” en una red de tráfico dirigida por el colombiano identificado únicamente con su alias de “El Ingeniero”, según información de CRHOY. Desde su propiedad en Bahía Drake, pequeña bahía en la costa suroeste de Costa Rica, suministraba alimentos, combustible y bodegaje a la organización traficante.

Análisis de InSight Crime

Con el mayor posicionamiento de Costa Rica como centro de recepción, almacenamiento y trasiego de narcóticos, no solo a Estados Unidos, sino también a Europa, los grupos transportistas de ese país encontrarán mayor demanda para sus servicios.

Aunque el fenómeno no es nuevo, estos grupos surgirán “debido a la demanda del mercado”, sentenció Espinoza después de los operativos de noviembre.

En agosto, las autoridades identificaron más de 100 extensiones de tierra usadas para ofrecer pistas aéreas para narcoaviones, un salto aparentemente enorme en comparación con las 33 identificadas en 2016.

El ministro de seguridad pública Michael Soto manifestó preocupación por el alquiler de tierras de cultivo privadas a grupos criminales que trafican narcóticos desde Suramérica, y señaló que las leyes de la propiedad privada bloquean la capacidad de las autoridades de ingresar a dichas propiedades.

También recientemente las autoridades de Costa Rica desmantelaron grupos involucrados en el tráfico marítimo. Este año dos pescadores locales fueron detenidos por usar flotas de barcos para transportar narcóticos costa arriba en el Pacífico.

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Aunque el tráfico con lanchas rápidas y semisumergibles sigue siendo el método más usado para trasegar cocaína a lo largo de las costas ticas, el creciente uso de pistas de aterrizaje clandestinas puede ser resultado de las trabas al trasiego por vía marítima gracias a la colaboración sostenida entre guardacostas estadounidenses y costarricenses.

De manera similar, Guatemala ha experimentado un repunte de narcoaviones este año, con la detección de por lo menos 30 aviones en los primeros meses de 2019. La mayoría de ellos aterrizan en pistas clandestinas a lo largo de la zona limítrofe con México.

Al igual que gran parte de Centroamérica, Costa Rica goza de una ubicación estratégica para las organizaciones transportistas, pues sirve de puente a los países cocaleros suramericanos y Estados Unidos. Su industria naviera también brinda amplias oportunidades a los traficantes para ocultar narcóticos en cargamentos de frutas con destino a Europa.