Un nuevo informe advierte a Latinoamérica que no puede creer que puede mantenerse al margen de los conflictos con grupos islámicos radicales, aun cuando la evidencia señala que la amenaza que plantean esas redes es más criminal que ideológica.
El informe del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), titulado "Radicalismo islámico en Latinoamérica: de Hezbolá al Daesh" (pdf) sigue la presencia histórica y actual de las redes islámicas radicales en la región.
Comenzando en los años ochenta con la llegada del Hezbolá, de Líbano, a la región trifronteriza que une a Paraguay, Argentina y Brasil, el IEEE señala que grupos como Al-Qaeda, Hamas, el Yihad islámico, Al-Gama'a Al-Islamiyya, el grupo de combatientes islámicos marroquíes y el batallón mediático Yihad todos supuestamente han establecido algún tipo de presencia en la región.
Estas redes han usado a Latinoamérica para financiarse, difundiendo propaganda y reclutando y planeando ataques, señala el informe.
El IEEE analiza los dos ataques terroristas perpetrados en la región durante este periodo, ambos en Argentina a comienzos de la década de 1990 y atribuidos ambos a Hezbolá, así como los numerosos casos que demuestran sus nexos con redes regionales del crimen organizado, una relación que el informe describe como "matrimonio de conveniencia"
Más recientemente, señala el IEEE, ha surgido en Latinoamérica la amenaza del EI (Daesh, por su acrónimo en árabe). Según el informe, las autoridades creen que por lo menos 100 ciudadanos de la región han viajado a Siria e Irak para sumarse a las filas del Daesh, 70 de ellos de Trinidad y Tobago.
También destaca el caso del grupo brasileño autoproclamado yihadista Ansar al-Khilafah, que declaró lealtad al Daesh y amenazó con ataques en la víspera de los Juegos Olímpicos de este año en Rio de Janeiro.
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Aunque el IEEE destaca la manera como el Daesh y otros grupos de su tipo tienen poca motivación política para atacar a Latinoamérica y cómo la población musulmana en la región no está sometida a los mismos niveles de exclusión social que en Europa y Estados Unidos —motivador clave de la radicalización— advierte a los gobiernos latinoamericanos contra la "falsa percepción" de que los grupos radicales islamistas son un problema lejano y que la región está a salvo de ataques terroristas perpetrados en su nombre.
Análisis de InSight Crime
Aunque el IEEE es prudente al advertir contra la complacencia en esos aspectos, existe poca evidencia sólida que indique que los grupos islamistas radicales se estén afianzando o que puedan realizar ataques en Latinoamérica.
La presencia de grupos que se hace ver en el informe sigue siendo en extremo limitada y tienen poca motivación para lanzar ataques; los gobiernos de la región, con excepción de Panamá, no se han adherido a la campaña contra el Daesh, y cuando han intervenido en los conflictos del mundo musulmán ha sido muchas veces en oposición a la “guerra contra el terror” liderada por Estados Unidos.
Sin embargo, esto no debe indicar que dichas redes no plantean una amenaza para la región. Como lo señala el IEEE, numerosos casos han mostrado el "matrimonio de conveniencia" entre grupos como Hezbolá y las redes regionales del crimen organizado. Estas relaciones bien podrían consolidarse en el esfuerzo de estas redes por financiarse o abastecerse de armas aprovechando las mismas condiciones que han facilitado la proliferación del crimen organizado en Latinoamérica: la corrupción y la debilidad de las instituciones del Estado.