Un israelí sospechoso de tener nexos con grupos mafiosos japoneses e israelíes está acusado de realizar operaciones de narcotráfico y lavado de dinero en Colombia, un hecho que ofrece información reveladora sobre el rol logístico de los intermediarios extranjeros en los círculos criminales colombianos.

En diciembre, la fiscalía general colombiana anunció la captura de Gabriel Kenigsberger en el exclusivo barrio de Chapinero en Bogotá. Dos meses antes, Kenigsberger había sido condenado por narcotráfico y lavado de activos, por lo cual un juzgado colombiano le dictó una sentencia de 26 años de prisión, según un comunicado de la misma Fiscalía.

En sus más de dos décadas de residencia en Bogotá, el israelí negoció la compra de cocaína de la confederación criminal la Oficina de Envigado de Colombia y su envío a carteles criminales europeos y el llamado “Clan de Jerusalén”, en Israel, según una declaración en video del fiscal contra las organizaciones criminales Javier García Trochez. La fiscalía también vinculó a Kenigsberger con grupos de la Yakuza en Japón.

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Kenigsberger también enfrenta varios procesos penales fuera de Colombia, como en Israel y los Países Bajos. En 1998, fue sentenciado como reo ausente en Francia por pertenecer a un cartel de narcotráfico internacional y recibió una pena de 20 años de prisión. Esa red trasegaba cocaína y otros narcóticos hacia Europa usando contactos en Colombia y Ecuador.

Kenigsberger también tiene una investigación abierta por su presunta participación en proxenetismo y explotación sexual, de menores de edad inclusive, con ofertas de turismo sexual ilegal. Aunque la investigación no fue mencionada por los fiscales, se reportaron vínculos de Kenigsberger con el hostal Casa Iftach en Bogotá, que durante años ha sido objeto de investigación por sospechas de expendio de drogas y turismo sexual para hombres israelíes de visita en Colombia, según un artículo publicado por El Tiempo en 2018.

Análisis de InSight Crime

A Gabriel Kenigsberger se lo señala como intermediario criminal en diversas actividades ilegales y por su capacidad de conectar mafias criminales en países remotos.

Kenigsberger fue arrestado por primera vez en su apartamento de Bogotá en 1998, luego de que el gobierno francés lo requiriera en extradición por graves cargos de narcotráfico, lo que incluía delitos cometidos en Colombia. Aun así, logró no solo evitar la extradición, sino también recuperar su libertad y conservar la residencia en el país.

Más adelante, en la década de 2010, resultó involucrado con otro presunto narcotraficante israelí, Assi Moosh Ben Mush, cuya historia es muy similar. Moosh fue detenido en 2003 en Países Bajos, acusado de liderar un cartel internacional de drogas que importaba cocaína hacia Europa desde Brasil y Perú, y exportaba éxtasis holandés al Este de Asia por medio de conexiones japonesas, antes de huir a Colombia en 2009 para fundar una nueva empresa criminal.

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La policía colombiana comenzó a investigar a Ben Mush luego del homicidio de un compatriota suyo en 2016, según un comunicado de la fiscalía del país. Para 2018, los fiscales habían desvelado una extensa red de trata de personas, expendio de drogas y prostitución forzada que operaba en cuatro establecimientos turísticos, en Santa Marta, Medellín, Cartagena y Bogotá. Seis israelíes y dos colombianos fueron puestos en custodia, mientras que otros ocho israelíes fueron puestos bajo alerta roja de Interpol. Aunque tenía nexos estrechos con Ben Mush y era dueño de otro hostal investigado por delitos semejantes, Kenigsberger no fue señalado en el caso.

En lo que respecta al tráfico, Kenigsberger fue contra la actividad convencional. En lugar de negociar los cargamentos de cocaína en los agrestes departamentos, cubiertos de plantaciones de coca, de NariñoNorte de Santander, donde los precios al por mayor serían más bajos, hacía sus negocios de drogas desde la comodidad de Bogotá, en su mayoría para la Oficina de Envigado, de Medellín, según los cargos en su contra.

Las relaciones entre la delincuencia organizada de Colombia e Israel datan al menos de 1998, cuando se descubrió que un clan mafioso israelí lavaba dinero de la droga para el Cartel de Cali. En otros lugares de Latinoamérica, han caído detenidos o asesinados delincuentes que tienen nexos con grupos israelíes, en Argentina, Brasil, Perú y Panamá. En julio de 2019, el homicidio de dos importantes capos israelíes en Ciudad de México llevó al secretario de seguridad pública Alfonso Durazo Montaño a hacer énfasis en los estrechos nexos que unen a los grupos criminales mexicanos e israelíes.