Los homicidios en Honduras han aumentado desde que las pandillas Barrio 18 y la MS13 acordaron una tregua, según las últimas estadísticas, arrojando dudas sobre si la iniciativa inspirada por el cese al fuego en El Salvador puede ser eficaz bajo las condiciones hondureñas.
En los 28 días siguientes a la tregua, Honduras registró 475 homicidios según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, informó La Prensa. En comparación, durante los 28 días antes de la tregua hubo 448 homicidios.
La coordinadora del Observatorio, Migdonia Ayestas, señaló que debido a la falta de investigaciones penales, era imposible decir cuántos asesinatos estaban relacionados con las “maras" u otros grupos criminales.
Uno de los facilitadores de la tregua, Monseñor Rómulo Emiliani, pidió que debe dársele más tiempo al pacto.
"Este proceso no ha fracasado, va lento, muy lento y quizá no lo veamos nosotros", dijo.
Análisis de InSight Crime
En El Salvador, la tregua entre el Barrio 18 y la Mara Salvatrucha (MS13) llevó a una reducción de más del 40 por ciento en el número de homicidios. El hecho de que la tregua entre pandillas en Honduras haya fracasado hasta ahora en producir resultados similares no es sorprendente. Como InSight Crime señaló cuando se anunció la tregua, la dinámica criminal en Honduras es distinta a la de El Salvador y menos propicia para un alto al fuego organizado.
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En Honduras, las pandillas están menos organizadas y son menos jerárquicas, lo que significa que será difícil para cualquier dirección centralizada imponer su voluntad sobre las "clicas" individuales (facciones regionales de las pandillas).
Además, es probable que las maras sean responsables de un porcentaje significativamente menor de los homicidios en Honduras que en El Salvador, donde la tregua ha revelado que aproximadamente la mitad de todas las muertes se pueden atribuir a la actividad pandillera. En Honduras existen numerosos actores que seguramente juegan un papel más importante en la violencia endémica del país, incluidas las organizaciones narcotraficantes transnacionales, las cuales han aumentado sustancialmente su presencia en el país desde el golpe de Estado de 2009, y las fuerzas de seguridad, las cuales sufren de corrupción endémica y frecuentemente están involucradas en el crimen organizado.