Las autoridades de Honduras investigan si un presunto pandillero recientemente capturado había escapado de prisión sin que nadie se hubiera dado cuenta, al intercambiar su identidad con otro interno, una situación que plantea dudas acerca de la corrupción y la incompetencia en el sistema penitenciario del país.
Un presunto líder de la pandilla Barrio 18, José Virgilio Sánchez Montoya, alias "Pechocho", fue capturado por las autoridades el 27 de mayo, a pesar de que debía estar pagando una condena de 500 años por su presunta participación en una masacre de 17 personas, informó El Heraldo.
Las autoridades se refirieron inicialmente al incidente como un caso de equivocación de identidad. Representantes del Instituto Nacional Penitenciario (INP) insistieron en que Pechocho nunca salió de la penitenciaría de El Pozo.
"Estamos frente a una captura y no una recaptura […] porque nadie se ha fugado de El Pozo", dijo German McNiel, subdirector del INP, según un artículo de La Prensa.
Sin embargo, las pruebas de huellas dactilares confirmaron que el Pechocho detenido el 27 de mayo debía de hecho estar detenido en la prisión de máxima seguridad de El Pozo. Algunas fuentes le dijeron a La Prensa que Pechocho se había escapado de El Pozo hacía dos meses.
El INP ha dicho que estudiará la posibilidad de que éste haya sido un caso de suplantación de identidad. Y añadió que se llevarán a cabo nuevas pruebas para establecer la verdadera identidad del sospechoso capturado el 27 de mayo y la de un individuo que estaba recluido en El Pozo con el mismo nombre.
Análisis de InSight Crime
El hecho de que las autoridades hondureñas no logren explicar la confusión en torno a Pechocho y su supuesta fuga da cuenta de los graves problemas que aquejan a las cárceles del país.
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Las autoridades de Honduras ya han advertido que los delincuentes han comenzado a intercambiar sus nombres y alias con individuos con características físicas similares, con el fin de evadirse de las prisiones y seguir delinquiendo por fuera de ellas. Si en la fuga de Pechocho intervino este tipo de suplantación de identidad, ello indicaría que incluso El Pozo —supuestamente uno de los centros penitenciarios más seguros en el país— es vulnerable a este tipo de fraudes.
También es posible que dicha confusión se pueda explicar bien sea por la corrupción o por la simple incompetencia. La magnitud de la disfunción del sistema penitenciario de Honduras se hizo evidente el mes pasado, cuando en tan sólo dos semanas más de 60 presos escaparon de varios centros de detención.