Recientemente, Estados Unidos ayudó a instalar paneles solares en estaciones navales en Honduras y Nicaragua, un ejemplo del tipo de enfoque creativo necesario para suplir las deficiencias de infraestructura en la lucha contra el crimen organizado en Latinoamérica.
Como lo señala un informe de Diálogo, una publicación del Comando Sur de Estados Unidos (SOUTHCOM por sus iniciales en inglés), el comando instaló los paneles solares con el fin de facilitar la comunicación en zonas remotas, donde puede ser difícil acceder a la electricidad.
Según Diálogo, una serie de paneles solares fueron instalados en la estación naval de Nicaragua en Cayos Miskitos, un archipiélago en el Caribe. Al parecer, la zona es un corredor clave para los grupos criminales transnacionales que trafican drogas, armas y personas de Suramérica a México. Otros paneles solares fueron instalados a lo largo de la costa caribeña de Honduras, en el departamento de Gracias a Dios, con el objetivo de apoyar las operaciones de la Fuerza Naval de Honduras.
Estas instalaciones hacen parte de una cooperación permanente de Estados Unidos, que busca mejorar la capacidad de Centroamérica para interceptar cargamentos ilícitos, lo cual incluye dos barcos y un nuevo centro de operaciones —con un valor aproximado de US$4 millones— que le fueron donados a Nicaragua en 2014, informó Diálogo.
Análisis de InSight Crime
El uso de energía renovable con el fin de mejorar la eficiencia de la interceptación de drogas es apenas un ejemplo de los enfoques innovadores usados en la lucha contra la delincuencia en las zonas más remotas de Latinoamérica.
Estas áreas rurales de difícil acceso representan un reto para los gobiernos de la región en lo que respecta a la ampliación de la presencia del Estado. En Guayana, por ejemplo, algunas estaciones de policía no cuentan con un servicio telefónico confiable. Vichada, departamento colombiano en la frontera con Venezuela, no tiene carreteras pavimentadas. Chocó, otro departamento en la costa del Pacífico de Colombia y centro importante para los grupos armados, tiene carreteras en tan malas condiciones que la mayoría de los lugareños dependen del transporte fluvial.
En estas áreas con poca infraestructura estatal suele haber cultivos de drogas, y ante la falta de corredores y redes de comunicación, los grupos criminales construyen su propia infraestructura, incluyendo pistas de aterrizaje clandestinas y canales de radio.
Dada la dificultad de extender carreteras y redes de energía a todas las áreas remotas —especialmente en las naciones más pobres—, las soluciones creativas como las instalaciones eléctricas independientes y el uso de aviones de vigilancia no tripulados (drones) se pueden convertir en poderosas herramientas para garantizar el orden público en las áreas más remotas. Mientras tanto, los esfuerzos de lucha contra la delincuencia en zonas más urbanas han ido acompañados de la creación de una amplia gama de aplicaciones para teléfonos inteligentes.