El jefe declarado del PCC en Paraguay, conocido como “Bonitão”, fue extraditado nuevamente a Brasil luego de unos días tumultuosos en los cuales sus compañeros protagonizaron un intento de liberación audaz, pero frustrado.
Giovanni Barbosa da Silva, alias “Bonitão”, fue aprehendido el 9 de enero por la policía paraguaya en la ciudad fronteriza de Pedro Juan Caballero. Según una declaración de la Fiscalía General, las autoridades paraguayas lo buscaban desde junio de 2020 por cargos de asociación para delinquir y tráfico de armas y estupefacientes, y, según las autoridades, este actuaba como comandante en Paraguay del Primer Comando de la Capital (Primeiro Comando da Capital, PCC).
Su importancia para la organización quedó en evidencia pocas horas después de su captura. En las primeras horas del 10 de enero, alrededor de 40 asaltantes armados presuntamente atacaron la estación de policía donde Barbosa da Silva se encontraba en custodia. Inicialmente tomaron a tres policías como rehenes, pero las fuerzas de seguridad lograron repeler el ataque, rescatar a sus compañeros y capturar a dos de los atacantes, según una nota de EFE que citaba fuentes policiales.
VEA TAMBIÉN: El ascenso del PCC: su expansión en Brasil y más allá
Más tarde ese mismo día, Barbosa da Silva fue entregado a las autoridades brasileñas en el puente que separa los dos países en Foz do Iguaçu y enseguida fue trasladado a una penitenciaría federal. Los otros dos miembros del PCC capturados con él permanecieron en custodia en Paraguay.
La noche del 11 de enero, las autoridades brasileñas siguieron a varios de los integrantes del PCC que participaron en el ataque de liberación de Barbosa da Silva hasta una casa en Ponta Porã, al otro lado de la frontera con Pedro Juan Caballero, según informaciones de diferentes medios. Hubo un intercambio de disparos que terminó extendiéndose a las calles y dejó a ocho pandilleros muertos.
La violencia ha seguido a lo largo de la frontera, donde un agente de policía fue muerto a tiros el 12 de enero en Pedro Juan Caballero. El mismo agente, Fredy César Díaz, presuntamente había ayudado a repeler el intento de rescate unos días antes.
Según información de la policía brasileña, Barbosa da Silva es muy cercano a Anderson Lacerda Pereira, alias “Gordão”, sospechoso de ser un importante narcotraficante para el PCC, además de lavador de dinero y aficionado al fan art, quien alguna vez estuvo implicado en el robo de varias obras de Pablo Picasso.
Antes de establecer sus operaciones en Paraguay, Barbosa da Silva residía en São Paulo, donde presuntamente dirigía las operaciones del PCC en el norte de la ciudad y donde fue herido durante un tiroteo en 2017, según información de UOL.
Análisis de InSight Crime
La investigación de largo aliento, llevada a cabo por las autoridades brasileñas y paraguayas, que llevó a la identificación y el aseguramiento de Barbosa da Silva, más el intento de rescate dejan pocas dudas sobre su importancia en la estructura del PCC en Paraguay. Pero el gran alcance del PCC en números, influencia financiera y fortaleza organizacional en varias oportunidades le ha permitido sobreponerse a golpes que parecían contundentes.
Un antiguo jefe del PCC en Paraguay, Sérgio de Arruda Quintiliano Neto, alias “Minotauro”, fue capturado en febrero de 2019, pero al parecer pudo seguir ejerciendo una influencia importante en las operaciones de la pandilla desde la prisión.
VEA TAMBIÉN: De São Paulo a Paraguay y más allá: el creciente poder del PCC
De igual manera, aunque los organismos de seguridad paraguayos han logrado detener a docenas de pandilleros del PCC, muchas veces gracias a la inteligencia brindada por sus homólogos brasileños, la pandilla tiene una larga historia de extender su influencia y reclutar nuevos elementos en el interior de los mismos centros carcelarios.
En enero de 2020, 75 miembros del PCC lograron cavar un túnel para escapar de una prisión en Pedro Juan Caballero, una fuga que, según el ministro de justicia de Paraguay, pudo haberle costado a la pandilla US$80.000 en sobornos a guardias de la prisión.
La insalvable incapacidad de Paraguay para hacer algún avance real en su lucha contra el PCC ha permitido a la pandilla convertir gran parte del país en base de operaciones. Con el paso por Paraguay de gran parte del suministro de cocaína del grupo y frente a la capacidad de los integrantes del PCC de operar a ambos lados de la frontera con virtual impunidad, es posible que el próximo Bonitão no demore mucho en aparecer.