Un reciente informe denuncia los abusos en los calabozos de la policía de inteligencia de Venezuela, lo que permite apreciar el funcionamiento del abusivo aparato estatal del país.
La investigación del grupo venezolano Una Ventana a la Libertad (UVAL), una organización no gubernamental que defiende los derechos de los presos, permitió hallar evidencias de hacinamiento, tortura y detenciones ilegales en dos prisiones administradas por el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN).
En la prisión El Helicoide de Caracas, donde la mayoría de los reclusos están detenidos por "razones políticas", el hacinamiento es tan grave que los presos se ven obligados a tomar turnos para dormir. No están separados por edad, por la gravedad de sus crímenes o por la etapa de los procedimientos de investigación. Muchas celdas carecen de acceso a baños y a agua potable, lo que obliga a los reclusos a convivir con sus propios excrementos y proporciona un caldo de cultivo para diversas enfermedades.
Los presos políticos entrevistados por los autores del informe hablan sobre las distintas formas de tortura que han sufrido a manos de las autoridades, como descargas eléctricas, fuertes palizas y ahogamiento químico con amoníaco o insecticidas. Muchos han sido obligados a gritar consignas a favor del gobierno venezolano, so pena de recibir violentos castigos o detenciones prolongadas.
"En las prisiones del SEBIN se emplean diferentes tipos de tortura física y psicológica, sin ningún mecanismo de rendición de cuentas interno o externo", concluye el informe.
La agencia de inteligencia de Venezuela lleva a cabo detenciones ilegales sin enviar los respectivos avisos de custodia a la Fiscalía —el organismo que lleva el registro de los crímenes— y retiene a los presos ilegalmente, incluso después de que se han emitido las órdenes para su liberación. Según la organización no gubernamental, los funcionarios de la agencia se comportan como si sus acciones estuvieran "más allá de las leyes", protegidos por una "permanente confidencialidad".
Análisis de InSight Crime
Los informes de que el sistema penitenciario de Venezuela sufre de graves problemas de derechos humanos no son precisamente nuevos. Y las malas condiciones penitenciarias han generado nuevas formas de crimen organizado. Pero las prácticas en las celdas del SEBIN, que afectan específicamente a los disidentes políticos, son prueba de los riesgos a los que se enfrentan quienes se pronuncian contra el régimen venezolano actual. La falta de claridad en torno a la detención y el encarcelamiento de quienes se oponen al gobierno es una perspectiva intimidante incluso para los más fervientes opositores al gobierno.
Este reciente informe permite apreciar el funcionamiento del SEBIN, y sugiere que los abusos cometidos por la policía son consistentes con las tácticas represivas empleadas por las fuerzas militares y policiales.
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Esto ha sido especialmente claro en los últimos meses, pues las fuerzas del gobierno (principalmente la Guardia Nacional Bolivariana) han sido responsables de muchas de las muertes de ciudadanos durante las manifestaciones antigubernamentales que comenzaron en el mes de abril. La violencia policial ha sido una característica de la administración del presidente Nicolás Maduro, y de hecho era ya un problema durante la administración de su predecesor Hugo Chávez.
Chávez creó el SEBIN en 2010 para remplazar a la antigua policía de inteligencia, conocida como la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP). Y a pesar de que era un órgano de inteligencia civil, desde su creación él incluyó personal militar en la institución. Muchos de sus miembros se consideran a sí mismos como la primera línea de defensa de la revolución y están preparados para hacer el "trabajo sucio" del gobierno, mediante el cual se violan las restricciones legales.
La militarización del SEBIN refleja la profundización general del papel y el control de las fuerzas armadas durante el actual régimen. Sin duda, las fuerzas armadas son el principal pilar de apoyo al gobierno de Maduro, una tendencia que está aumentando dado que el gobierno venezolano se aferra al poder mediante la represión. Es preocupante que, a medida que el caos se profundiza en Venezuela, el ejército se esté beneficiando cada vez más de una serie de mercados criminales, como el mercado negro de alimentos, el tráfico de medicamentos, el contrabando de combustible en la frontera y el narcotráfico.