Un detallado estudio sobre los costos del crimen y la violencia en Latinoamérica concluye que tienen un profundo impacto económico en la región, y que cuestan anualmente a los países un promedio del tres por ciento del PIB.
Un reciente estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha proporcionado cálculos sobre el impacto económico de la actividad criminal en cinco países latinoamericanos: Chile, Costa Rica, Honduras, Paraguay y Uruguay. Sus hallazgos muestran que, en promedio, en el año 2010 estos Estados gastaron tres por ciento de su producto interno bruto (PIB) como consecuencia del crimen, lo que casi equivale a los ingresos producidos por el 20 por ciento más pobre de la población.
El informe no sólo calcula los costos directos en los que incurren las víctimas de la violencia, sino también el dinero gastado por “posibles víctimas” —o aquellas personas que invierten en seguridad para evitar ser victimizadas—, así como el costo de las oportunidades perdidas representadas en los presos que ya no contribuyen a la sociedad.
Con base en estas estimaciones, el informe indica que Honduras perdió la mayor proporción a causa del crimen (US$ 704 millones, o 4,6 por ciento de su PIB). Le sigue Paraguay con un 3,8 por ciento. Por otra parte, Chile se encuentra en el extremo inferior de la lista, con un gasto del 1,8 por ciento de su PIB. Costa Rica y Uruguay gastaron 1,9 por ciento y 2,3 por ciento de su PIB, respectivamente. (Vea los gráficos del BID abajo).
Honduras ocupó el primer lugar al calcular tanto el dinero gastado en “prevención” del crimen, como el gastado como resultado del crimen. La tendencia cambia cuando se trata de “los costos en respuesta al crimen”—esencialmente, gastos gubernamentales— en los cuales Paraguay y Uruguay muestran las estadísticas más altas.
En comparación con estudios similares realizados en 2006, el costo promedio del crimen parece haber disminuido en toda Latinoamérica. El estudio también pone de relieve las grandes diferencias entre el gasto causado por el crimen en Latinoamérica, en comparación con América del Norte, Europa y Oceanía, donde éste tuvo un promedio de sólo uno por ciento en 2010.
El informe utilizó estimaciones sobre los costos sociales del crimen, como la cantidad de dinero gastado o invertido por los hogares, las empresas y el gobierno debido a la violencia.
Sin embargo, reconoce que no pudo tomar en cuenta los costos asociados con la pérdida de bienestar como resultado de los comportamientos encaminados a reducir el riesgo de victimización.
Análisis de InSight Crime
No es sorprendente que, de los cinco países, Honduras y Paraguay hayan tenido el mayor impacto económico como resultado de la actividad criminal. El país centroamericano ha cargado varias veces con el título del país más violento del mundo, y por mucho tiempo sus pandillas callejeras han generado violencia extrema y todo tipo actividades criminales organizadas.
Paraguay ha destinado muchos recursos a la lucha contra el grupo guerrillero Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), y además al país han ingresado varios grupos del crimen organizado en los últimos años, como el Primer Comando Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV), ambos de Brasil.
Por otra parte, Chile, Costa Rica y Uruguay se encuentran entre los países más seguros de la región y cuentan con algunas de las más bajas tasas de homicidios en el continente.
Sin embargo, el informe reconoce que no se puede calcular de manera realista la amplitud de los costos asociados con las actividades criminales. En el mejor de los casos, las cifras sólo pueden ser especulativas; de hecho, informes similares, como uno realizado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP) en el año 2013, muestra predicciones significativamente mayores en cuanto a los costos del crimen como porcentaje del PIB (se predecía que Honduras habría gastado 19,2 por ciento de su PIB).
Quizá lo más importante es el hecho de que las estadísticas no toman en cuenta los ingresos generados por el crimen, cuyas cifras pueden alterar el PIB de los países notablemente.
Con tantos factores en juego, es difícil, si no imposible, medir los efectos económicos del crimen en un país con un buen nivel de confianza, pero no cabe duda de que el crimen organizado y la corrupción que este conlleva son males que afectan la salud económica de los países de la región.