El gobierno de Perú ha despedido a su jefe antinarcóticos en una medida sorpresiva que puede ser señal de un retorno a la política inicial del presidente –pero rápidamente abandonada- de buscar alternativas a la erradicación de la coca forzada.
Tarde el 27 de mayo, la presidenta de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA), Carmen Masías, fue llamada a la oficina del primer ministro René Cornejo, donde se le pidió que renunciara de inmediato, dijeron fuentes a IDL Reporteros.
Según el sitio de noticias, el evento clave que llevó a la destitución de Masías fue el debate sobre la implementación de los planes de erradicación de coca de DEVIDA en la región del VRAEM- Valle de los Ríos Apurimac, Ene y Mantaro– en Perú donde permanece activa la última facción de la insurgencia guerrillera Sendero Luminoso.
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El programa, que fue elegido para comenzar de forma inminente, se había enfrentado a la oposición pública y al disentimiento entre los funcionarios de alto rango del gobierno, quienes advirtieron las consecuencias negativas del programa para las relaciones con los cultivadores de coca y, por tanto, para la lucha contra los guerrilleros, quienes facilitan y gravan el comercio.
Masías fue reemplazada por el ex ministro de Defensa de Perú y asesor presidencial en temas de seguridad, Alberto Otárola.
Su despido se produce tan sólo semanas después de que el presidente peruano Ollanta Humala declarara que el enfoque del gobierno ya no estaría en la erradicación, sino en una nueva estrategia de "desarrollo legal", basada en la sustitución de cultivos.
Análisis de InSight Crime
En febrero de 2014, DEVIDA anunció sus planes de erradicación de 16.000 hectáreas de cultivos de coca en la región del VRAEM -que se cree que alberga más de la mitad de los cultivos de coca del país- en el transcurso del año, en una ambiciosa estrategia encaminada a poner fin al estatus de Perú como el principal productor de cultivos de coca del mundo.
El cambio que hará el gobierno sitúa la política de coca peruana de nuevo en línea con las promesas hechas por el presidente Humala en la campaña electoral, cuando declaró explícitamente que no habría más erradicación forzada. Esta política cambió cuando, con pocos meses de gobierno, reemplazó un jefe antinarcóticos progresista, quien propuso alejarse de la erradicación de la coca, con la conservadora, amiga de Estados Unidos, y a favor de la erradicación Masías. Desde entonces, los esfuerzos de erradicación han demostrado ser muy polémicos, aumentando las tensiones con los cocaleros, las cuales se habían desbordado en violencia.
La imprevista destitución de Masías confirma el distanciamiento de esta política. Sin embargo, aún está por verse si esto representa un nuevo cambio de actitud por parte de Humala, una respuesta a la controversia en torno a la erradicación, a preocupaciones de seguridad o si simplemente son maniobras políticas. Tal vez lo más importante, sin embargo, es que crea la oportunidad para las políticas alternativas de coca, que los activistas de la reforma a la política de drogas estaban esperando con la elección de Humala.