Un informe sobre los patrones geográficos de las desapariciones en México resalta las regiones más asediadas del país, destacando el costo humano del conflicto interno entre el Estado y los grupos criminales.
El mapa interactivo, publicado por Univisión, examina las desapariciones que se produjeron durante la presidencia de seis años de Felipe Calderón, quien dejó el cargo en diciembre.
El informe revela una brecha de género significativa en los patrones de las desapariciones, con algunos municipios como Mina en el estado nororiental de Nuevo León y Yaxcabá en el estado de Yucatán, registrando sólo a mujeres como desaparecidas.
De las 26.567 desapariciones registradas, casi la mitad ocurrió en el Distrito Federal (DF) de Ciudad de México, el estado de México y en Tamaulipas, en la frontera con Estados Unidos.
El mapa de Univisión también revela que algunos estados, como Nayarit, han registrado pocas desapariciones pese a su cercanía con otros estados en los que esto sigue siendo un problema grave.
Análisis de InSight Crime
Como era de esperar, las desapariciones en México se concentran en las regiones más afectadas por la violencia y el crimen organizado. Muchos de los desaparecidos son simplemente víctimas, inocentes o no, de la violencia que ha dividido el país desde que Calderón declaró la guerra a las organizaciones criminales al asumir el cargo en 2006.
Estados como Quintana Roo, Sinaloa y Tamaulipas se ubican a lo largo de las principales rutas del narcotráfico y son muy disputados por los grupos criminales en guerra. Quintana Roo, en la península de Yucatán, registró la mayor cantidad de desapariciones (74,2 por cada 100.000 habitantes), habiendo sido testigo en los últimos años de un brutal conflicto entre los Zetas y el Cartel del Golfo.
Lo que es sorprendente acerca del patrón de desapariciones es la diferenciación basada en el género. Como señala Univisión, los hombres tienen más probabilidades de desparecer en los centros urbanos densamente poblados, mientras que las mujeres suelen desaparecer de las zonas rurales. Mientras que los hombres desaparecidos casi siempre son simplemente víctimas no descubiertas de homicidios, las mujeres desaparecidas son a menudo víctimas del tráfico de personas.
Un congresista mexicano insinuó el año pasado que hasta 800.000 adultos son traficados en México cada año con fines de explotación sexual, en su mayoría mujeres. Aunque muchos de ellos son migrantes, a menudo de Asia o Centroamérica, las mujeres rurales mexicanas suelen ser blanco del tráfico porque la pobreza que persiste en el campo puede hacerlas más susceptibles a la promesa de una vida mejor, o a que los familiares estén más dispuestos a entregarlas por dinero.
Lo que falta en el estudio de Univisión es un desglose basado en la edad, lo que sería útil para destacar algunos patrones geográficos relacionados con el tráfico de niños.