En mayo, México registró el mayor número de denuncias por extorsión que cualquier otro mes de los últimos siete años, lo que ofrece un ejemplo de los efectos de la naturaleza cada vez más fragmentada del crimen organizado mexicano.
Las estadísticas publicadas por la página web del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), señalan un total de 737 denuncias por extorsión presentadas ante la Procuraduría General en mayo, un aumento de más de 100 en comparación con la cifra de 629, registrada en mayo del año pasado; y un ligero aumento en comparación con los 721 casos de abril de 2013. Los medios de comunicación mexicanos informaron por separado que las cifras del SESNSP fueron de 644 denuncias en mayo y 565 en abril.
La cifra de mayo de 2013 representa un aumento del 170 por ciento en las cifras de extorsión con respecto a mayo de 2006; el año antes de que el expresidente Felipe Calderón asumiera el mandato, cuando se presentaron 272 denuncias por extorsión. Los casos reportados hasta ahora en 2013 ya superan el total de 2006 –3.936 de enero a junio de 2013, en comparación con 3.157 en todo el 2006–.
De los 2.013 casos que se presentaron en mayo, 134 tuvieron lugar en el estado de México, 121 en Ciudad de México, 46 en Guanajuato y 42 en Morelos.
Análisis de InSight Crime
Como ha informado InSight Crime anteriormente, el aumento de la extorsión es en parte producto de la fragmentación del crimen organizado en México. Bajo el mandato de Calderón, muchos capos de la droga fueron capturados y los grandes carteles se fragmentaron, al tiempo que surgieron varias organizaciones más pequeñas. A medida que estos grupos luchan por recursos limitados, se han diversificado del narcotráfico hacia actividades como la extorsión; se cree que los Zetas es uno de los principales autores de este crimen.
Además, la extorsión se desarrolla en un clima de inseguridad –los mexicanos pagan la extorsión porque no confían en que los cuerpos de seguridad del Estado puedan protegerlos de las amenazas criminales–. Esto también se puede ver en toda la región, en particular en Colombia, donde esta actividad es uno de los pilares financieros de los dos grupos guerrilleros y las organizaciones criminales; y en el Triángulo del Norte de Centroamérica, donde la extorsión de los conductores de autobús, residentes y las pequeñas empresas es rampante.