Extorsión y amenazas por parte de grupos criminales llevaron al cierre de un estimado de 17.500 pequeñas empresas en Honduras durante el año pasado, lo que indica el nivel en el que las pandillas callejeras siguen asfixiando la economía del país.
Según La Prensa, unos 25.000 hondureños se ven afectados directa o indirectamente por el cierre de estas empresas, que incluyen tiendas, restaurantes, empresas de transporte y vendedores ambulantes. El periódico estima que las pandillas están ganando aproximadamente US$62,6 millones en ganancias anuales producto de la extorsión. Las amenazas se hacen por teléfono, principalmente desde las cárceles del país, siendo la persona que llama la que exige el pago de dinero en efectivo, crédito de teléfono celular o a través de depósitos bancarios, según el informe.
En 16 mercados de la capital, Tegucigalpa, se estima que los pandilleros recogen cerca de US$15 cada semana, que le cobran a los 14.000 vendedores que alquilan espacios allí, logrando ganancias de alrededor de US$10 millones anuales. El sistema de transporte es también un blanco principal, con más de US$16 millones recaudados por año en todo el país y US$12,5 millones en Tegucigalpa.
Pocos de estos crímenes son denunciados debido a la desconfianza en las autoridades, señala el periódico.
Análisis de InSight Crime
El informe de La Prensa es sólo el último ejemplo del impacto económico generalizado de la extorsión de las pandillas en Honduras. En julio de 2012, se informó que el 30 por ciento de las pequeñas empresas de Tegucigalpa cerraron debido a la extorsión, y más del 90 por ciento de los encuestados dijo que había recibido amenazas de seguridad, que a menudo incluían exigencias de dinero.
Las pandillas locales y las organizaciones criminales más grandes, como la Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18, dependen en gran medida de la extorsión para financiarse, y también se sabe que pelean entre ellos por los beneficios. Bandas más pequeñas también son conocidas por hacerse pasar por las maras para recoger los "impuestos" de los barrios para sí mismos.
La evaluación de La Prensa que la extorsión no es denunciada debido a la desconfianza en las autoridades no es sorprendente. Se han notificado casos de policías que participan en la extorsión en varios barrios de Tegucigalpa. Y el proceso de depuración de la policía de los miembros corruptos ha sido lento y plagado de problemas políticos.