Un documento de las FARC, obtenido por los medios de comunicación, establece las normas que rigen la vida en el territorio controlado por la guerrilla en el sur de Colombia, proporcionando información sobre las estrategias de los guerrilleros para mantener el orden dentro de sus fortines.
El frente 32 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) hace cumplir una serie de restricciones a los residentes en el sur del departamento del Putumayo para preservar lo que llama “(…) convivencia para el buen funcionamiento de las comunidades", informó el diario El Colombiano, que obtuvo una copia del documento.
Las normas, que aparecen en un manual de 46 puntos escrito en julio, ponen límites estrictos a las actividades económicas, sociales y religiosas de las familias locales.
Los extranjeros no están autorizados a entrar en el territorio sin la autorización por escrito de las FARC; hay un toque de queda que se aplica entre las 8 p.m. y las 5 a.m.; y los residentes están obligados a informar a los líderes guerrilleros antes de comprar o vender una propiedad, negocios o vehículos. Otros puntos se aplican a una amplia gama de aspectos de la vida en comunidad, incluyendo la asistencia a la escuela, supervisar las llamadas telefónicas públicas, solucionar los conflictos barriales y elaborar reglamentación ambiental sobre actividades como la minería y el uso de semillas transgénicas.
Estas reglas se aplican estrictamente dentro de las comunidades, dicen los residentes que han caído en conflicto con esta normatividad. A una familia en Puerto Guzmán le dieron tres horas para empacar y salir de su casa por violar la regla que establece que familias con algún miembro en las fuerzas de seguridad deben vender sus cosas y dejar el área. Los sacerdotes también informan que no se le permitió viajar a las comunidades para ofrecer misa luego de recibir varias amenazas por romper las reglas sobre el lugar donde puede practicar la religión.
Análisis de InSight Crime
El documento arroja luces sobre los métodos específicos de las FARC para mantener el orden y el control social en los territorio que ocupan y ofrece un recordatorio de que para algunas comunidades son las FARC, y no el Estado, las verdaderas autoridades. Mientras que la guerrilla propugna la retórica del "bien de la comunidad", hay muchas más reglas que limitan las libertades de la población con el fin de mantener la seguridad de la guerrilla, que para avanzar su agenda ideológica.
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Para los residentes de estas comunidades, la inevitabilidad del cumplimiento de las reglas a menudo resulta en ser percibidos como simpatizantes de las FARC, sesgando la percepción pública de sus motivaciones en tiempos de agitación social y dejándolos vulnerables a los enemigos de las FARC, que a menudo los ven como blancos legítimos.