Las autoridades de México han detenido a un policía acusado de colaborar con una pandilla de Ciudad de México, que cree que es la responsable del asesinato de 12 jóvenes raptados de un bar, en un caso que ha puesto en duda la definición del gobierno de "crimen organizado".
Según las autoridades mexicanas, 15 sospechosos han sido detenidos en relación al caso de "los 12 de Tepito" –una referencia al lugar de donde provenían muchas de las víctimas del bar "Heaven" en mayo, cuyos cuerpos fueron recuperados de una fosa clandestina a las afueras de la ciudad en agosto–.
Un sospechoso es oficial de la policía, Edgar Ernesto Gutiérrez Vera, quien trabajaba en la Zona Rosa donde se encuentra el bar, y quien trabaja presuntamente en connivencia con Javier Joel Rodríguez Fuentes, alias "El Javi", uno de los líderes de la presunta pandilla responsable de los homicidios, informó Milenio. Gutiérrez al parecer recibió dinero del grupo La Unión a cambio de información sobre las operaciones de seguridad en la zona, y ayudó a enterrar los cuerpos de las víctimas del Heaven en la vecina Tlamanalco.
Un miembro de la pandilla, detenido en relación al caso, dijo recientemente a las autoridades que la pandilla asesinó a los jóvenes inmediatamente después de raptarlos del bar, decapitando al menos a una de las víctimas con una sierra por orden de Rodríguez, quien sigue en libertad, señaló Proceso.
Análisis de InSight Crime
El caso de los 12 de Tepito ha sacudido a los residentes de Ciudad de México, un lugar percibido por muchos como ajeno a la violencia del narcotráfico que asedia otras partes del país.
Según esta percepción, el gobierno mexicano se ha negado en repetidas ocasiones a clasificar los asesinatos del Heaven como las acciones del "crimen organizado". Un miembro de la pandilla, arrestado poco después de que se descubrieran los cuerpos, mencionó que los homicidios fueron una venganza por el asesinato de un narcotraficante local en días anteriores.
Como ha informado InSight Crime, la capital del país no es el "oasis" que se pinta. Mientras que la capital mantiene una tasa de homicidios relativamente baja en comparación con otros estados, ha sido durante mucho tiempo el hogar de pandillas locales de microtráfico, y la Familia Michoacana y otros grupos han operado en las afueras de la ciudad.
Sin importar el motivo de los asesinatos, el caso llama la atención sobre la definición limitada del gobierno de lo que constituye la delincuencia organizada en lo que respecta a la cuestión de la seguridad en la capital. Además de supervisar la distribución local de drogas, las pandillas callejeras suelen trabajar con los grupos criminales más grandes, y representan un desafío complejo para la seguridad del Estado.