Al menos 15.000 delfines son asesinados ilegalmente cada año en las costas de Perú por pescadores que los usan como carnada para tiburones, según una investigación encubierta, como consecuencia de las altas ganancias disponibles en el mercado de aletas de tiburón.
Según Mundo Azul, organización conservacionista, más de 545 barcos especialmente diseñados para la caza de delfines salen al menos seis veces al año, matando entre dos y seis delfines en cada viaje, informó La República. Los cadáveres son usados para capturar tiburones, cuya carne se vende en Perú y sus aletas pueden ser vendidas a precios extraordinariamente altos en Asia.
Mundo Azul ubicó informantes en los barcos pesqueros durante varios meses, y el mismo director ejecutivo, Stefan Austermuhle, acompañó a pescadores y filmó la pesca con arpón de varios delfines, señaló el diario Los Angeles Times: "Este crimen ecológico es un secreto a voces en la pesca peruana", dijo Austermuhle.
También dijo que la cifra de 15.000 no incluye los aproximadamente 3.000 delfines muertos cada año para el consumo humano en Perú.
El gobierno dijo que había iniciado una investigación sobre esta práctica, la cual será completada antes del próximo mes de junio.
Análisis de InSight Crime
La matanza de delfines está prohibida en Perú, bajo una ley de 1996, patrocinada por Mundo Azul. No obstante, como muestra la investigación, la práctica sigue siendo generalizada y es probable que continúe, a medida que se ofrezcan grandes ganancias por los tiburones atrapados.
La carne de tiburón se come comúnmente en Perú, pero es en el mercado de aletas donde se encuentran las verdaderas ganancias –Perú se encuentra entre los 12 principales exportadores de aletas de tiburón en el mundo–. Las aletas secas de tiburón se venden en alrededor de US$700 por kilo en Asia, mientras que según el diario peruano El Comercio, una aleta del tiburón ballena, el manjar más codiciado, se puede vender en más de US$1.000.
Mientras que la pesca de tiburón está permitida en la mayoría de los países del mundo, entre ellos Perú, el aleteo de tiburones, donde se deja muriendo al animal lentamente en el agua luego de remover sus aletas, es una práctica internacionalmente prohibida. Sin embargo, sigue teniendo lugar en las aguas de Latinoamérica, sobre todo en Costa Rica, donde fueron encarcelados cuatro pescadores el año pasado por la masacre de más de 2.000 tiburones por sus aletas, a las afueras de la costa del Pacífico de Colombia, y hay evidencia de la implicación de la mafia taiwanesa en este comercio.