Los asesinatos de tres soldados en Uruguay encienden nuevamente las alarmas por el aparente ensañamiento de los actores criminales en un país que por largo tiempo se consideró el más seguro de Latinoamérica.
Mediante un comunicado oficial, las fuerzas armadas de Uruguay confirmaron el descubrimiento, en la madrugada del 31 de mayo, de los cuerpos de tres soldados ejecutados que hacían guardia en la base naval Fortaleza del Cerro, en la capital Montevideo.
Sus compañeros hallaron los cuerpos cuando llegaron a relevarlos de la guardia de la base y también observaron que faltaban tres pistolas Glock, los correspondientes cargadores y un equipo portátil de radio, según especificó el comunicado.
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Hasta el momento, las autoridades han detenido y acusado a un antiguo infante de marina como presunto autor material del crimen, y han hecho señalamientos contra una mujer y otro hombre por su presunta participación en el hecho, según informó El País.
La policía allanó una vivienda donde se encontraban los tres y hallaron una de las pistolas tomadas de los soldados, además de tres cargadores. Los soldados masacrados no sospecharon nada cuando el exinfante de marina se les acercó en la base naval, según El País, porque lo conocían desde antes de que dejara su puesto, unos meses antes.
Las autoridades investigan varios posibles móviles del crimen, según El Observador, incluida una posible conexión con grupos criminales que operan en el oeste de Montevideo o que pudieran haberles robado las armas para revenderlas posteriormente.
El ministro de defensa Javier García describió el crimen como una “ejecución atroz”. Y el presidente Luis Lacalle Pou agregó: "No estamos dispuestos a que se naturalice la violencia en la sociedad [...] y desde el Gobierno vamos a utilizar todas las herramientas constitucionales y legales que permitan utilizar la fuerza del Estado para repeler la agresión a los ciudadanos uruguayos”, como se lee en una declaración del 31 de mayo.
Análisis de InSight Crime
En los últimos años, la imagen de Uruguay, como lugar seguro a salvo de la violencia y la inseguridad que han enfrentado muchos países latinoamericanos, se ha visto erosionada por continuos actos de violencia.
Solo el mes pasado, el 9 de mayo, un video presentó una escena extraordinaria, cuando se lanzaba un dispositivo explosivo a la sede de la Dirección General de Represión al Tráfico Ilícito de Drogas (DGRT), en la capital del país, según lo informó un comunicado del Ministerio del Interior.
Aunque la explosión solo causó daños materiales y no pareció constituir un atentado contra las vidas de los funcionarios, sí mandó una advertencia muy clara a las fuerzas de seguridad del país.
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Los agentes de policía han sido blanco de crecientes ataques últimamente. En las primeras semanas de 2020, unos asaltantes mataron a dos agentes e hirieron a casi 80 más, y en ocasiones se sustrajeron sus armas de servicio durante los hechos, según un informe del Ministerio del interior.
El repunte en la violencia se presenta en un momento en que se observa una evolución del papel del país suramericano en el tráfico internacional de narcóticos. En mayo de 2019, el decomiso, en Suiza, de media tonelada de cocaína proveniente de Uruguay, por ejemplo, se sumó a la evidencia de que el país pueda estar acrecentando su participación en el suministro de la demanda de narcóticos en Europa.
Hasta el momento, ninguna evidencia en el caso de los tres soldados asesinados indica algún nexo directo con el crimen organizado o el narcotráfico, pero mientras siguen conociéndose más detalles, es claro que el ataque hace parte de un repunte más general en la violencia contra las fuerzas de seguridad que por mucho también habían evitado ataques de ese tipo.