Con la ayuda de algunos locales las organizaciones narcotraficantes del VRAEM de Perú han reconstruido más de un cuarto de las pistas de aterrizaje clandestinas destruidas por las fuerzas de seguridad en 2014, indicando que se necesitan nuevas estrategias para combatir los vuelos con drogas en la remota región.

Según la policía, 49 de las 185 pistas de aterrizaje clandestinas en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) que las autoridades habían destruido entre el primero de enero y el 23 de septiembre, han sido reconstruidas por locales empleados por las organizaciones narcotraficantes, informó La República.

Vicente Romero, la cabeza de la agencia Antidrogas (DIANDRO) de Perú, afirmó que los traficantes pagan a los locales hasta US$100 por día para reconstruir las pistas de aterrizaje, las cuales generalmente tienen unas medidas de 300 a 500 metros de largo por 10 metros de ancho. La recontrucción puede ser completada en una noche. El oficial afirmó que algunas pistas de aterrizaje han sido reconstruidas hasta cuatro veces este año, informó La República.

Según el viceministro de Defensa de Perú, Iván Vega, el grupo guerrillero Sendero Luminoso –activo en el VRAEM- cobra un impuesto para permitir que los aviones cargados de drogas despeguen y aterricen en la remota región.

Análisis de InSight Crime

Este informe levanta interrogantes sobre la eficacia para destruir las pistas de aterrizaje como parte de un esfuerzo por combatir los narcovuelos. La demolición de las narcopistas puede ser sólo una solución temporal para un problema de largo plazo, y se necesitan medidas más amplias para reducir el tráfico aéreo de drogas desde la región del VRAEM.

Este caso también demuestra los vínculos que atan a las comunidades locales del VRAEM a los narcotraficantes, quienes pueden pagar grandes cantidades de dinero en comparación a las ganancias en la región.

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Pese al hecho de que las fuentes de inteligencia han estimado que de ocho a 10 narcovuelos salen de Perú a diario, el país no tiene radares para monitorear el movimiento de los narcoaviones. En septiembre, el ministro de Defensa Pedro Cateriano anunció que el país estaba en el proceso de adquisición de radares y aeronaves militares para ser usados en el VRAEM, pero esto tomará algún tiempo.

Como el mayor productor de cocaína del mundo, la inhabilidad de Perú para controlar el tráfico aéreo de drogas desde la región del VRAEM tiene fuertes consecuencias en la lucha regional contra el tráfico ilegal de drogas. El experto en seguridad peruana Rubén Vargas, estima que el 90 por ciento de las estimadas 200 toneladas de cocaína que se producen anualmente en el VRAEM son traficadas a los países vecinos por vía aérea, a menudo pasando a través de Bolivia en su camino hacia Brasil.

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