Los narcotraficantes al parecer están usando cada vez más rutas marítimas para transportar cocaína a través de El Salvador, lo que indica que los criminales siguen adoptando cambios como respuesta a los esfuerzos de interdicción.
Desde 2014, en El Salvador comenzó a darse un cambio del tráfico de drogas terrestre por el narcotráfico marítimo, según le dijo a El Salvador.com el director de la División Antinarcóticos de la policía, Marco Tulio Lima.
Lima atribuye este fenómeno a una mayor capacidad para detectar drogas en los cruces fronterizos, como el uso de aparatos de rayos X, y al limitado control de El Salvador sobre sus aguas circundantes. Aunque la mayoría de los barcos con grandes cargamentos de droga viajan a una distancia de 250 a 450 millas náuticas de la costa, las autoridades salvadoreñas sólo logran patrullar a unas 20 millas náuticas de la costa.
A pesar de estas limitaciones, entre febrero y abril las autoridades incautaron 1.069 kilos de cocaína provenientes de embarcaciones pequeñas y capturaron a numerosos narcotraficantes nacionales y extranjeros, dijo Lima.
Análisis de InSight Crime
Desde hace mucho tiempo, las drogas ilegales en el istmo se han transportado principalmente por vía marítima. Según funcionarios de El Salvador, el 89 por ciento de las drogas que llegan a Estados Unidos y Canadá pasan por rutas marítimas. Un libro reciente sobre el tema, titulado Mares de cocaína, hace referencia al tema; por otro lado, una sección del más reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) llama la atención sobre la importancia del tráfico marítimo de drogas.
Es posible que esta tendencia siga aumentando en el futuro cercano. Dado que ahora hay más radares y mayores capacidades de interdicción aérea, transportar drogas a través del espacio aéreo centroamericano se está haciendo una tarea difícil. Asimismo, cada vez parece ser más fácil detectar cargamentos terrestres, según indicó Lima. Además, transportar drogas por tierra requiere generalmente la participación de otros grupos criminales, lo cual aumenta los costos del tráfico y las posibilidades de que se presenten traiciones.
Por otro lado, las autoridades siempre han tenido dificultades para vigilar los mares. Los esfuerzos de interdicción marítima a gran escala, incluyendo programas actuales como la Operación Martillo, liderada por Estados Unidos, no han podido ponerle freno al fenómeno.
A pesar de este repunte en el tráfico marítimo, no es de esperar que El Salvador se convierta en un centro del narcotráfico como algunos de sus vecinos. Dada su alta densidad poblacional y su pequeña línea costera, El Salvador sigue siendo una lugar poco atractivo para el desarrollo de grandes operaciones de tráfico de drogas.