Las comunidades indígenas en el estado de Acre, en el noroeste de la región amazónica de Brasil, se están enfrentado a las crecientes amenazas del trafico de cocaína, a medida que los criminales aumentan su actividad en las remotas regiones selváticas del país que bordean las naciones productoras de coca de Perú y Bolivia.
A comienzos del año, investigaciones de la policía brasileña revelaron que un grupo criminal grande de São Paulo estaba operando en la región, y las autoridades han incautado 40 kilos de cocaína en el pueblo de Xapuri desde enero, informó O Globo. Aunque los narcotraficantes operan principalmente en las afueras de Xapuri, también han comenzado a invadir las plantaciones de caucho del Estado, incluyendo la Reserva Extrativista Chico Mendes, de 970 hectáreas -tierra destinada para la conservación y el desarrollo sostenible.
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Esta presencia también se evidencia en el aumento de la violencia: un estudio realizado por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística encontró que los homicidios aumentaron un 23,9 por ciento en Acre en 2012, con muchos de los asesinatos vinculados al narcotráfico.
Según O Globo, el movimiento de los traficantes de drogas a través de la región se ha visto facilitado en parte por las carreteras construidas en el pasado para los productores de caucho y de nueces. Si bien estos caminos permiten la fácil exportación de los productos, también proporcionan una ruta de entrada más directa para las drogas.
Las autoridades brasileñas consideran que Acre, donde se encuentra una gran proporción de las comunidades indígenas de Brasil, es uno de los principales puertos de entrada de drogas al país, con varios ríos que conectan el estado con Perú y Bolivia a lo largo de los 2.000 kilómetros de frontera compartida.
Análisis de InSight Crime
La región de la triple frontera entre Brasil, Perú y Bolivia es un lugar propicio para que se de la actividad ilegal, incluyendo el tráfico de personas, la tala ilegal, y el tráfico de drogas. A principios de este año, más de 5.000 inmigrantes ilegales, la mayoría de Haití, fueron llevados a Brasil desde Bolivia y Perú a través de Acre. Adicionalmente, grupos peruanos presuntamente están involucrados en la extracción de la madera procedente de Brasil, utilizando los afluentes del río Amazonas.
Esta no es la primera vez que se reporta que la población indígena de Acre ha tenido que enfrentar las amenazas del narcotráfico. En agosto de 2011, presuntos narcotraficantes de Perú atacaron una reserva indígena, y las autoridades descubrieron posteriormente un campamento que se cree que pertenecía a traficantes de drogas.
Brasil es uno de los principales destinos para la cocaína peruana traficada a través de Bolivia. Pese a que gran parte del producto entra a Brasil en narcovuelos, su extensa frontera común con Perú y Bolivia también permite el uso de las rutas terrestres y fluviales.