Una red de narcotráfico colombiana usaba una conocida isla turística de Venezuela para traficar droga a Europa y a otros países, una muestra más de cómo las organizaciones criminales han aprovechado cada rincón de la nación en crisis como puente hacia destinos más alejados.

Tras años de investigación, autoridades de Colombia y Estados Unidos desmantelaron una organización liderada por el colombiano Henry Carrillo-Ramírez, alias “Barriga”, que fabricaba cocaína en la región de Catatumbo para transportarla a través de la frontera con Venezuela y llevarla hasta la isla de Margarita, ubicada al noreste del país y en el sureste del mar Caribe.

Una vez en Margarita, la droga era cargada en pequeñas lanchas que navegaban a coordinadas marítimas específicas donde se encontraban con barcos pesqueros contratados por el colombiano para mover los cargamentos hacia Puerto Rico, España, República Dominicana y Estados Unidos.

Carrillo-Ramírez, un reconocido empresario de la ciudad de Cúcuta, fue capturado en 2017 y extraditado a Estados Unidos, donde el pasado 4 de noviembre se declaró culpable por tráfico de cocaína ante la Corte Federal de Boston. La investigación contó con participación de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en ingles) y de la Guardia Civil de España.

A la organización que opera desde 2013 le fueron incautadas aproximádamente 2,2 toneladas de cocaína, y autoridades de Colombia extinguieron una serie de bienes a Carrillo-Ramírez valuados en al menos 5.000 millones de pesos colombianos (US$1,5 millones).

Análisis de InSight Crime

Venezuela ha probado ser una plataforma ideal para el narcotráfico con su frontera con Colombia y el mar en su costa, lo que convierte a esta isla, conocida como la “perla del Caribe”, en una de las varias puertas para el tráfico de droga hacia un amplio abanico de opciones.

En primer lugar, la red liderada por Carrillo-Ramirez encontró las condiciones perfectas en la frontera entre Colombia y Venezuela para producir cocaína en el municipio Tibú de Norte de Santander, en laboratorios custodiados por el guerrillero colombiano Víctor Ramón Navarro Serrano, alias “Megateo”, una alianza que probablemente facilitó el transito de la droga por la frontera.

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En suelo venezolano también encontró condiciones favorables para el narcotráfico gracias al Cartel de los Soles. Se puede suponer que Carrillo-Ramírez pagó a oficiales venezolanos para la protección de los cargamentos, ya que el recorrido hasta la isla de Margarita, que está al otro lado del país, solo se puede hacer en ferry, avión o lancha, todas vías que cuentan con puntos de control de las autoridades.

Alias Barriga no ha sido el único narcotraficante en usar a Margarita como punto de tránsito. La isla ha sido una parada común para los cargamentos de droga en las últimas décadas, e incluso fue el refugio del capo del cartel del Norte del Valle, Jaime Alberto Marín alias “Beto Marín” capturado allí en 2010 y el lugar de encuentro entre el actor estadounidense Sean Penn y uno de los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán en 2015.

Esta no es la única isla venezolana de la que recientemente se ha conocido su uso en el narcotráfico. Según denuncias de un diputado de la Asamblea Nacional, el archipiélago de Los Roques, una zona dedicada al turismo, estaría siendo usado para trafico de oro y drogas hacia el Caribe.