Las autoridades de Nicaragua están presumiendo de los logros en su labor antinarcóticos, señalando que mediante ésta han logrado mantener a los "carteles" fuera del país. Pero una serie de juicios contra presuntos jefes criminales demuestran que, de hecho, hay grandes y sofisticados grupos de narcotraficantes operando en el país centroamericano.
El general Julio César Avilés, alto funcionario del ejército de Nicaragua, señaló las más recientes estadísticas de incautación de drogas por parte de las fuerzas armadas como evidencia de los logros de las fuerzas de seguridad al mantener el tráfico bajo control, según informó la prensa local el 2 de septiembre.
Avilés dijo que el ejército había confiscado más de 2,5 toneladas métricas de drogas, en su mayor parte cocaína, entre septiembre de 2016 y agosto de 2017. Esa cantidad es ligeramente inferior a lo que el ejército nicaragüense informó que había confiscado en su Resumen Anual de Operaciones 2016, publicado a principios de este año, y es consistente con una tendencia general a la disminución en las incautaciones en los últimos años. (Vea el gráfico a continuación).
Según la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDD), en los últimos años Nicaragua ha reportado menos incautaciones de cocaína anualmente que sus vecinos centroamericanos.
Avilés atribuyó los niveles relativamente bajos de violencia en Nicaragua a los logros del país en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico.
"En Nicaragua no tenemos carteles, no somos un país narcotraficante, y no tenemos pandillas que estén afectando a las naciones vecinas con su violencia", dijo el alto funcionario castrense.
Análisis de InSight Crime
Como señala Avilés, en los últimos años Nicaragua no ha experimentado los mismos niveles de violencia relacionada con el narcotráfico que algunos de sus vecinos, y al interior de sus fronteras parecen existir menos operaciones criminales. Pero su aseveración de que en el país no operan "carteles" es desmentida por las acciones judiciales del gobierno nicaragüense contra grandes figuras del narcotráfico que les ofrecen servicios de transporte a las organizaciones criminales transnacionales.
Un claro ejemplo de ello es el caso de Amauri Carmona Morelos, un presunto narcotraficante que supuestamente ingresó a Nicaragua grandes cargamentos de cocaína colombiana por diversos puntos a lo largo de la costa Caribe nicaragüense durante varios años. Carmona fue detenido este año y enfrenta actualmente un juicio secreto en Nicaragua por cargos de narcotráfico, homicidio, tráfico de armas y lavado de dinero.
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Otros casos, como la investigación sobre Francisco Zeledón y el enjuiciamiento de Ted Hayman —supuestos narcotraficantes acusados de transportar drogas por la costa Caribe con la complicidad de funcionarios locales— también demuestran que las redes criminales nicaragüenses han utilizado la violencia y la corrupción para proteger y expandir sus operaciones, como los carteles y las pandillas a los que Avilés se ha referido.