Las fuerzas de seguridad rescataron a dos niños de la guerrilla de Sendero Luminoso en Perú, lo que llama la atención sobre las prácticas de reclutamiento que han permitido a la guerrilla sobrevivir, pese a estar gravemente debilitada debido a años de presión militar.
Los niños, de 9 y 11 años, fueron rescatados gracias a la inteligencia que ayudó al ejército a localizarlos en la provincia de Tayacaja, en la región de Huancavelica de Perú.
Los militares inmediatamente asistieron a los menores con alimentos y ayuda médica, ya que los infantes se encontraban en un estado físico terrible, informó el diario local Correo de Prietto.
Análisis de InSight Crime
Los dos niños fueron descubiertos al borde de la región conocida como el VRAEM –Valle de los ríos Apurimac, Ene y Mantaro–. El VRAEM es el fortín de la facción remanente de Sendero Luminoso, que ha utilizado la falta de presencia del Estado y las oportunidades criminales en la zona –sobre todo del cultivo y tráfico de drogas– para refugiarse de las fuerzas de seguridad y financiar sus operaciones.
Las condiciones en el VRAEM han sido una de las claves para la supervivencia de Sendero Luminoso. Otra, como lo ilustra el caso de los dos niños, ha sido su política de reclutamiento y el uso de una red de apoyo.
La guerrilla, que se estima que cuenta actualmente con 130 combatientes activos, ha mantenido el número de guerrilleros mediante el reclutamiento de niños muy jóvenes –conocidos como pioneros– y la preparación para una carrera en la insurgencia. Debido a que son reclutados inicialmente a una edad en la que serán de poco uso en combate, los niños trabajan y son atendidos por una amplia red de apoyo de Sendero Luminoso, la cual opera a través de los pueblos de la VRAEM, donde los guerrilleros tienen más influencia que el Estado.
Esta táctica también está siendo utilizada por otros movimientos guerrilleros en Latinoamérica, en particular las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Duramente golpeada por años de acciones militares y deserciones, las FARC han centrado sus esfuerzos de reclutamiento en menores de edad de familias de simpatizantes y de las regiones donde ellos –no el Estado colombiano– son la autoridad.