Un caso contra la MS13 que opera en la capital de El Salvador muestra una creciente sofisticación en el frente de lavado de dinero de la pandilla, aun cuando siga dependiendo de la violencia para el control de sus fuentes de ingreso.
La clica Centrales Locos Salvatruchos (CLS) de la pandilla callejera Mara Salvatrucha (MS13) usó ganancias derivadas de la extorsión en el mercado central de San Salvador para montar varios negocios; el más reciente de ellos, un servicio de distribución de gas propano, según una nota de La Prensa Gráfica.
La CLS obtenía ingresos del mercado hasta por US$50.000 al mes, informó El Mundo. Esta "caja menor", recogida y guardada en un punto centralizado, cubría inicialmente gastos, como armas y adquisición de estupefacientes, así como honorarios de abogados.
Pero el manejo de entradas tan grandes de dinero en efectivo requería empresas fachada, señaló el reportaje. Y parece que ser dueños de cervecerías y tiendas de ropa y comidas no era suficiente para la CLS.
En enero de 2015, la clica estaba vendiendo propano a proveedores locales, después de haberse hecho a licencias de operación legales de la empresa y la acreditación de sus miembros como distribuidores de gas registrados, señala el reportaje.
Análisis InSight Crime
El negocio de propano de la CLS es un nuevo ejemplo de hasta dónde se habían sofisticado las operaciones de la clica en el mercado central. Informaciones anteriores sobre la toma que la CLS logró del mercado negro de armas en la zona, por ejemplo, mostraban indicios de su capacidad organizacional para hacerse al control de un negocio local conformado tradicionalmente por actores independientes.
Pese a la sofisticación de la clica que se evidencia en estas operaciones —y que replican la de la MS13 a nivel macro, dentro y fuera del país— la CLS sigue dependiendo de la violencia para llevar a cabo sus operaciones.
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No cabe duda de que aunque la sofisticación criminal muchas veces permite un modus operandi menos coercitivo, la zona de San Salvador bajo el yugo de la CLS sigue sufriendo brotes de violencia letal, que pueden deberse en su mayoría al alto grado de control territorial que demandan las actividades criminales de la clica.
Desde septiembre de 2013 han sido asesinados un total de 22 guardias de seguridad en el área, mientras que hechos violentos como el que dejó seis muertos a comienzos de este año indican que hay un conflicto latente en desarrollo entre la pandilla y otros actores criminales por el control de la extorsión y otros ingresos criminales.