Una ola de criminalidad ha golpeado la ciudad porteña colombiana de Cartagena a pocos días del arribo programado de delegados del gobierno e insurgentes de las FARC para la firma de un acuerdo de paz, un augurio del tipo de problemas de seguridad que el país enfrentará una vez se concluya con el acuerdo.
Una serie de actos públicos de violencia han alterado los sectores turísticos de Cartagena, normalmente tranquilos, llevando al alcalde Manolo Duque a prohibir el tránsito de pasajeros (parrilleros) en motocicletas en estas zonas, según informes de La Silla Vacía.
Un intento de homicidio del narcotraficante conocido como "Pichi" el 14 de septiembre terminó en un tiroteo entre los criminales y la policía en un exclusivo sector de Bocagrande. Pichi hace parte de Los Urabeños, la organización criminal más poderosa de Colombia, quien actualmente se encuentra bajo arresto en una lujosa residencia con vista al mar, según anotó La Silla Vacía.
Más recientemente, el exbeisbolista Napoleón Franco Jr. fue abaleado y muerto el 18 de septiembre en el barrio de Pie de la Popa cuando se negó a entregar su teléfono celular a una banda de ladrones. Unas pocas horas después, otro grupo de asaltantes robó un reloj Rolex a un reconocido empresario en Bocagrande, y más tarde la misma noche cinco hombres armados trataron de irrumpir en la residencia del gerente de una empresa de salud.
El día anterior, un robo frustrado dio lugar a un cruce de disparos fuera de un centro comercial en el sector de Pie de la Popa.
Análisis de InSight Crime
La oleada de crímenes callejeros en las zonas turísticas de Cartagena contrasta con los sentimientos de paz y esperanza asociados con la ciudad, cuando se prepara para albergar la firma de un acuerdo de paz el 26 de septiembre, entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El acuerdo de paz, que se anunció a finales de agosto, pone fin oficialmente a más de 50 años de conflicto armado con el mayor grupo insurgente del país. El pueblo colombiano votará para aprobar o rechazar el acuerdo en un referendo programado para el 2 de octubre.
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Sin embargo, como lo ha señalado anteriormente InSight Crime, los problemas de seguridad en Colombia no desaparecerán simplemente cuando las FARC se desmovilicen. Los Urabeños plantean una amenaza de seguridad permanente en zonas marcadas como bienes inmuebles criminales valiosos como Cartagena, cuyo sistema portuario se usa para sacar ilegalmente grandes cargamentos de estupefacientes hacia Centroamérica. Según La Silla Vacía, Los Urabeños y otros grupos neoparamilitares, conocidos como "bandas criminales" o Bacrim, instalan a tres o cuatro cabecillas en zonas pobres de la ciudad para contratar a jóvenes que ejecuten o faciliten las actividades criminales de los grupos, entre ellas homicidio, narcotráfico y extorsión.
Esta dinámica criminal no es exclusiva de Cartagena; el microtráfico urbano y la violencia inherente van en aumento en muchos lugares de Colombia.