La guerrilla de Sendero Luminoso de Perú ha acabado con meses de calma tras una serie de ataques contra objetivos militares, en lo que podría ser el inicio de un resurgimiento, o alternativamente un signo de debilitamiento, después de la dada de baja de sus líderes clave.
El 17 de febrero, un grupo de unos 30 miembros de la facción de Sendero Luminoso, que opera en el Valle de los Ríos Apurimac, Ene y Mantaro (VRAEM), lanzó un ataque contra la base militar de Kepashiato, en la provincia (departamento) del Cusco.
Al día siguiente, los guerrilleros continuaron con más ataques contra las bases militares en Unión Mantaro y Ccano, en la vecina provincia de Ayacucho, para luego participar en varios ataques más durante la semana posterior.
Los ataques marcaron los primeros enfrentamientos entre Sendero Luminoso y el ejército, desde noviembre del año pasado, informó El Comercio. El jefe del comando conjunto especial de la policía y el ejército en el VRAEM, Leonardo Longa López, dijo a El Comercio que los ataques fueron una reacción desesperada frente a los esfuerzos antinarcóticos en la región.
Sin embargo, los analistas consultados por El Comercio dijeron que probablemente los ataques fueron una respuesta tardía a la dada de baja de Alejandro Borda Casafranca, alias "Alipio", y de Martín Quispe Palomino, alias "Gabriel" el año pasado, y que bien podrían marcar el inicio de una nueva ofensiva.
Análisis de InSight Crime
Tras erradicar la facción de Sendero Luminoso activa en el Alto Huallaga, en el norte de Perú, las autoridades han dirigido su atención a la facción del VRAEM, que puede no ser grande, pero que una y otra vez ha demostrado que conserva la capacidad militar suficiente para provocar significativos dolores de cabeza al Estado.
Sobre la base de los daños causados a la estructura organizativa del grupo, tras haber dado de baja a Alipio y a Gabriel, ahora las autoridades han recurrido a la principal fuente de financiación de la guerrilla -el narcotráfico.
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Sendero Luminoso regula el mercado de la base de coca, protege los cargamentos de droga y ayuda a asegurar las pistas de aterrizaje ilegales. Para acabar con esta fuente de ingresos, las autoridades peruanas ya han puesto en marcha operaciones para destruir pistas de aterrizaje y un plan para aumentar drásticamente los esfuerzos de erradicación de coca en el VRAEM.
Sendero Luminoso ciertamente parece haber mantenido un perfil bajo y haber logrado reagruparse en los últimos meses, y los ataques recientes sugieren un fin a este período de calma. Sin embargo, aún está por verse si representan el comienzo de una ofensiva concertada para luchar contra los esfuerzos del gobierno en la región, o si es una reacción desesperada frente a la campaña del gobierno que surge de la debilidad.