Las Naciones Unidas han instado a México a comenzar a retirar su personal militar de funciones policiales, aun cuando hacerlo puede probar ser difícil en un país donde los soldados han llegado a desempeñar un papel clave en la seguridad doméstica.
En conferencia de prensa el 7 de octubre luego de una visita de tres días a México, el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos Zeid Ra'ad al-Hussein instó a México a "adoptar un plazo para retirar al ejército de las funciones de seguridad pública" (Vea el video siguiente).
En sus declaraciones, Zeid indicó que durante su visita encontró una imagen "desolada" de una sociedad "estremecida por los elevados índices de inseguridad". Esto incluye una cifra estimada de 151.233 personas muertas entre diciembre de 2006 y agosto de 2015, y por lo menos 26.000 desaparecidas desde 2007.
"Los ciudadanos viven con temor y no sienten que tengan protección de la ley", declaró Zeid, y añadió que la policía requiere una drástica reforma y que la Procuraduría General de México debe fortalecerse.
Detalando una conversación que sostuvo con líderes del ejército mexicano, Zeid dijo a la audiencia que vio que los militares estaban de acuerdo en que no es ideal que el ejército realice tareas policiales, y que el Secretario de la Defensa Nacional General Salvador Cienfuegos no estaba satisfecho con que sus unidades militares fueran "arrastradas" al trabajo de la policía.
Por consiguiente, Zeid instó al gobierno mexicano a "actuar con urgencia" en la reforma de la policía y en el trabajo por brindar protecciones legales más sólidas para los ciudadanos. Entre más pronto suceda esto, más pronto podrá el ejército mexicano "volver a las barracas", declaró Zeid.
Análisis de InSight Crime
Bajo el gobierno del expresidente Felipe Calderón y continuando bajo el actual presidente Enrique Peña Nieto, México ha terminado por depender fuertemente de sus unidades militares en lugar de la policía para ofrecer seguridad.
VEA TAMBIÉN: Cobertura sobre la Reforma Policial
Ante los violentos carteles de la droga en México —y un cuerpo de policía que casi el 90 por ciento de la población cree corrupta— el despliegue de ejército constituye una medida provisional actractiva para los dirigentes mexicanos. Pero los soldados están entrenados para matar a combatientes enemigos, no para seguir la conducta policial estándar, como investigación de escenas de crímenes—, y la militarización de la seguridad nacional en México ha estado asociada a violaciones a los derechos humanos, masacres y desapariciones forzadas.
La solución es reforzar el entrenamiento y el financiamiento del cuerpo de policía. Pero en la práctica esto es difícil de lograr, y requiere inversiones y cambios a largo plazo en las culturas institucionales, cuyos resultados toman tiempo. Entre tanto, un efecto colateral del uso del ejército en la seguridad doméstica que hace México es que los gobiernos estatales pueden llegara a depender de los soldados, que son pagados por el gobierno federal, lo que desincentivaría a los líderes locales de invertir en una reforma a la policía.
Desafortunadamente, el ejército parece estar transformándose en una función más permanente del aparato de seguridad nacional en México, y es probable que resulte difícil sacarlos de sus roles policiales.