La captura en Bolivia de dos peruanos que presuntamente trabajaban para el Cartel de Tijuana destaca el papel central de Bolivia como puente aéreo de cocaína en la región y plantea la posibilidad de que el otrora poderoso grupo criminal mexicano todavía cuente con cierto nivel de alcance internacional.
Los peruanos Percy Santos Santillán y Sósismo Teófanes Bermudo Crepo (a quienes sus documentos de identificación bolivianos les proporcionaban otro nombre) se desempeñaban como intermediarios del grupo narcotraficante Cartel de Tijuana, indicó el ministro de Gobierno de Bolivia Hugo Moldiz en entrevista con los medios locales. Moldiz también afirmó que los detenidos coordinaban cargamentos aéreos de cocaína entre Perú y el norte de Bolivia.
La Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) logró capturar a los dos peruanos gracias a la inteligencia resultante de un acuerdo de cooperación firmado por Perú y Bolivia en octubre de 2014. Según los informes, Santillán y Bermudo son requeridos por la Interpol y por las autoridades de su país de origen, donde son acusados de traficar cocaína en la región del Valle del Río Apurimac, Ene y Mántaro (VRAEM).
Moldiz recalcó que el arresto de los dos presuntos miembros del Cartel de Tijuana no significa que carteles narcotraficantes extranjeros tengan presencia en Bolivia, y se refirió a ambos como “emisarios”.
Análisis de InSight Crime
Los funcionarios bolivianos tradicionalmente han sido muy cuidadosos a la hora de distinguir entre los “emisarios” de los carteles, que según ellos coordinan el envío de cargamentos desde el país, y hablar de una presencia real de carteles internacionales en el país. Como InSight Crime informó el año pasado en una investigación especial sobre el crimen organizado en Bolivia, pequeños clanes familiares locales controlan gran parte del hampa de Bolivia, mientras que algunos grupos criminales colombianos manejan gran parte del tráfico transnacional de drogas.
La captura de Santillán y Bermudo se presenta después del arresto de Alberto Santillán Zamora, alias “Chang” en julio de 2014. La red peruana de Santillán presuntamente suministraba cocaína al Cartel de Tijuana a través de envíos marítimos a México.
Actualmente el Cartel de Tijuana es una sombra de lo que solía ser —todos sus miembros fundadores están muertos o fueron capturados, y la organización se fragmentó en pequeñas facciones a raíz de una violenta guerra con el Cartel de Sinaloa—. El arresto de sus presuntos socios en Perú y Bolivia indica que a pesar de encontrarse debilitado en México, el Cartel de Tijuana podría estar expandiendo su presencia internacional. Sin embargo, la naturaleza exacta de las conexiones entre los peruanos detenidos y el Cartel de Tijuana es desconocida —tal vez habrían coordinado cargamentos de droga a nombre del grupo mexicano, pero esto no necesariamente implicaría que sean miembros activos del grupo—.
Las capturas también ponen de relieve el papel de Bolivia como puente aéreo de cocaína entre Perú y Brasil. Además de ser una nación productora de coca, Bolivia también es considerada clave para el envío de drogas al segundo consumidor de drogas del mundo, Brasil, así como a Europa, muchas veces a través de África Occidental. En respuesta, Perú y Bolivia han buscado destruir las pistas aéreas clandestinas y ambos países han aprobado controversiales leyes de derribo de aeronaves, bajo la cual Perú habría derribado una avioneta a principios de marzo de este año.