Una pandilla dedicada al expendio de drogas en Ciudad de México ofrece menús de sus "productos" y hace sus transacciones por medio de WhatsApp, un caso que demuestra cómo los expendedores aprovechan la tecnología cifrada para llegar a sus clientes y de paso evadir a las autoridades.
El servicio de mensajería de WhatsApp ofrece a los expendedores una forma mucho más sencilla de llegar a sus clientes de lo que sería posible con la telefonía celular. Una conocida pandilla que se dedica al microtráfico en Ciudad de México, Unión Tepito, incluso ofreció a sus clientes de WhatsApp un “menú de drogas”, según un reportaje de El Universal, con precios y emojis para representar sus productos. La lista incluía por lo menos diez variedades de narcóticos, entre ellas cocaína en diversos grados de calidad y precio, éxtasis (por píldora o gramo), metanfetaminas y crack, entre otros.
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En el pasado, los clientes en busca de drogas debían aventurarse en peligrosos barrios poblados de delincuentes dentro de la ciudad. Los grupos de microtraficantes también tienen sus expendios cerca de estadios de fútbol, bares, clubes y distritos turísticos. En 2017, agentes de seguridad afirmaban que había cerca de 20.000 “narcotienditas”, o puntos de expendio de drogas, en toda la capital.
Análisis de InSight Crime
El uso de WhatsApp y otros servicios de mensajería encriptada por parte de las pandillas expendedoras de narcóticos recién se ha implantado en Latinoamérica.
En Brasil, las autoridades tomaron por sorpresa a una red que vendía drogas sintéticas, como éxtasis, por medio de un chat grupal de unos 200 participantes. En Colombia, una red narcotraficante usaba el servicio de mensajería para llegar a estudiantes de secundaria y universitarios. Y un usuario de twitter en Argentina publicó capturas de pantalla de menús de drogas en un chat de WhatsApp.
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Aunque WhatsApp se ha convertido en uno de los métodos más difundidos de comunicación entre expendedores de drogas y sus clientes, también se usan Facebook y aplicaciones como Kik, Wickr, Signal y Discord.
La facilidad de acceso y la interacción con los clientes que esas aplicaciones permiten explica en parte su creciente uso en el expendio de narcóticos.
Otra ventaja es el cifrado extremo que ofrecen algunos de estos servicios, que dan a vendedores y consumidores una sensación de seguridad, de que no están siendo vigilados por las autoridades.
Pero no es siempre el caso.
Por ejemplo, en Estados Unidos, los jueces han pedido a Whatsapp que instale una tecnología que permita el seguimiento de llamadas y mensajes en investigaciones de narcotráfico, comunicó Forbes. Esas interceptaciones no dan a las autoridades el contenido del mensaje, pero recogen información de metadatos no cifrados, como fecha, hora y duración de las comunicaciones.
Los gobiernos también han estudiado la legislación que exige desencriptar las comunicaciones para la policía y organismos de inteligencia. Recién en 2018, Australia aprobó un proyecto de ley que obliga a las firmas tecnológicas a decodificar los mensajes sospechosos de tener nexos con terrorismo o crimen organizado, según informó Bloomberg.
En Latinoamérica, no existen esas opciones, pero las autoridades han hallado otra forma de desmontar a grupos dedicados al microtráfico por medio de los servicios de mensajería: simplemente infiltrar las conversaciones. Esa labor detectivesca permitió las redadas en Colombia y también en Brasil.
Los adelantos en la comunicación han transformado el tráfico de narcóticos. Whatsapp es solo un nuevo ejemplo de ello.