Las pandillas callejeras más grandes de El Salvador señalaron que cuentan con el poder suficiente para influir en las elecciones presidenciales del país; una declaración que destaca el uso que estos grupos dan a la violencia como herramienta política.
En un comunicado de prensa enviado a los medios salvadoreños, los líderes de las pandillas Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18 —conocidas como "maras"— afirman que el partido gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) estuvo a punto de perder las elecciones presidenciales de 2014 porque no contó con el apoyo de las pandillas. La Página publicó el comunicado el 27 de febrero, dos días antes de las elecciones municipales y legislativas en el país.
La supuesta declaración conjunta afirma que las maras sienten que el FMLN las “han usado”, y que éste les dio "la espalda" en la tregua entre pandillas que fue negociada por mediadores del gobierno y un obispo de la Iglesia católica en 2012. La tregua se vino abajo el primer semestre de 2014 en medio de un incremento en los homicidios del país, y el presidente Salvador Sánchez Cerén ha rechazado la posibilidad de iniciar un nuevo diálogo con las pandillas desde que asumió el cargo en junio de 2014.
En el comunicado, los líderes de las maras añaden, con respecto al FMLN, que “sus cinco años en el gobierno pasan rápido” y que “su poder se acaba” después de las próximas elecciones.
Análisis de InSight Crime
El comunicado conjunto de Barrio 18 y MS13 pocos días antes de las elecciones legislativas en El Salvador es el más reciente ejemplo de los esfuerzos emprendidos por las pandillas para ejercer influencia en el panorama político del país. Las maras acordaron una nueva tregua para reducir la violencia en enero, esta vez sin el apoyo de la Iglesia ni del gobierno, una jugada que parece ser un intento más de mostrar a la población salvadoreña que son ellas, no la administración Sánchez Cerén, quienes ostentan el control de la situación de seguridad del país.
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Las pandillas tienen intereses personales en la escena política de El Salvador. Como parte de la tregua de 2012, el expresidente Mauricio Funes se comprometió a trasladar 30 líderes de las pandillas MS13 y Barrio 18 a prisiones de baja seguridad; sin embargo, Sánchez Cerén recientemente volvió a enviar a muchos de los líderes a una instalación de máxima seguridad. El gobierno de Sánchez Cerén también ha apoyado el uso de tácticas de línea dura en el trato que da la policía a los criminales, y un funcionario de seguridad de alto nivel señaló recientemente que el país se encuentra "en guerra" con las pandillas.
Sin embargo, no es claro cuánto poder tienen las pandillas sobre la violencia de El Salvador actualmente. A la tregua entre pandillas de 2012 se le atribuye el descenso en la tasa de homicidios del país, que pasó de 70 por cada 100.000 habitantes en 2011 a casi la mitad en 2012 y 2013. No obstante, la más reciente tregua aún no ha producido resultados comparables: en febrero El Salvador registró un promedio de 11 asesinatos por día, una cifra cercana a los niveles de homicidios previos a la tregua de 2012.