Una serie de informes ha destacado la creciente relación entre las pandillas de Estados Unidos y los carteles de la droga mexicanos, así como la corrupción al norte de la frontera que ayuda a facilitar el tráfico de drogas -una dinámica que refleja lo visto en México.
En un informe publicado en El Universal, José Luis Pardo y Alejandra S. Inzunza, miembros del colectivo periodístico Dromómanos, documentan la relación que mantienen las organizaciones criminales mexicanas tanto con las pandillas como con las fuerzas de seguridad en Estados Unidos.
En el artículo, Pardo e Inzunza detallan sobre el florecimiento de las pandillas estadounidenses en asociación con los carteles mexicanos -principalmente el Cartel de Sinaloa y los Zetas- en los condados fronterizos de Texas. En las afueras de Zapata, capital del condado fronterizo con el mismo nombre, el segundo al mando en la oficina del sheriff local, señaló a los periodistas que casi todos allí han estado involucrados en actividades criminales, y que la zona es un epicentro para las casas de acopio de droga.
Pandillas como “Tango Blast” y “Texas Syndicate”, así como otras pandillas transnacionales de la talla de la Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio Azteca –una pandilla formada en Texas- distribuyen, transportan y venden drogas para los grupos mexicanos, señalaron las autoridades de Texas a los periodistas.
Los carteles mexicanos también dependen en gran medida de la corrupción en la región fronteriza de Estados Unidos, sobornando a los sheriffs, agentes fronterizos y funcionarios de aduanas. En ocasiones, estos vínculos son mucho más profundos que un simple soborno. Un ejemplo notable es el de la Unidad de Panamá, una unidad de la policía antidrogas de Hidalgo, Texas, que estuvo involucrada en la vigilancia y el robo de cargamentos de drogas. Según Pardo e Inzunza, en la mayoría de los condados fronterizos de Texas han surgido casos de corrupción oficial relacionados con las drogas.
Análisis de InSight Crime
Este año los estados de California y Texas publicaron informes oficiales en los cuales se discute la cada vez más estrecha relación entre las pandillas locales y los carteles mexicanos. En el más reciente Reporte Nacional de Pandillas de Estados Unidos, el 23 por ciento de los policías encuestados respondieron que en su jurisdicción había presencia de pandillas vinculadas al crimen organizado de México.
Los grupos mexicanos han mantenido durante mucho tiempo una relación con las pandillas Estados Unidos, pero en el pasado, en gran medida, estaba limitada a la venta de drogas. Actualmente las pandillas llevan a cabo actividades criminales en nombre de los carteles, lo que permite que los grupos más grandes reduzcan sus riesgos operativos en territorio estadounidense. A cambio, las pandillas reciben descuentos en las drogas que les compran.
Se trata de una dinámica que también ha sido vista en México, donde unas 43 pandillas -incluyendo a Los Rojos y a los Guerreros Unidos, así como a otras menos conocidas- ahora están afiliadas con los principales carteles de la droga. Esta externalización de la mano de obra es, en gran parte, producto de un panorama criminal que se ha venido fragmentado, en el cual los principales sindicatos ya no gozan de una hegemonía similar a la que tuvieron en el pasado.
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Sobornar a los funcionarios es un fenómeno común en ambos lados de esta frontera. Es bien sabido que funcionarios de distintos niveles del gobierno mexicano y de las fuerzas de seguridad se han asociado con grupos narcotraficantes.