Un barrio de Buenos Aires se encuentra en medio del fuego cruzado entre bandas de narcotraficantes peruanas, paraguayas y colombianas, lo cual indica el impacto que la migración criminal y el creciente mercado interno de drogas tienen sobre Argentina.
El 12 de abril, cuatro paraguayos fueron asesinados en el barrio bonaerense de Bajo Flores, un ataque que las autoridades consideran parte de una disputa por el control del comercio local de drogas, informó El País.
Los funcionarios argentinos sospechan que el ataque puede estar relacionado con una batalla entre una pandilla de Paraguay y un grupo argentino conocido como la Banda del Gauchito Gil, informó La Nación. Un tiroteo que se presentó en febrero entre estas pandillas dejó como resultado la muerte de dos inocentes.
Sin embargo, la publicación paraguaya ABC Color especuló que dichas muertes también podrían ser el resultado de un conflicto entre pandillas peruanas y paraguayas, que ya lleva más de una década en Buenos Aires. Los grupos paraguayos tradicionalmente han controlado el comercio de marihuana en el barrio Bajo Flores, mientras que los grupos peruanos han manejado la distribución de cocaína y “paco” —una forma de crack—, pero, según ABC Color, los grupos criminales han entrado en conflicto en los últimos años. Bandas colombianas también están luchando contra grupos peruanos por el control de la distribución de cocaína en Buenos Aires, informó La Nación.
Análisis de InSight Crime
El derramamiento de sangre en el barrio Bajo Flores de Buenos Aires parece ser el resultado de una combinación de dos dinámicas diferentes: un creciente mercado doméstico de drogas y la migración criminal de otros países latinoamericanos.
En los últimos años, Argentina ha presenciado un aumento en el consumo de drogas, que a su vez ha estimulado el desarrollo de los grupos delictivos locales dedicados al microtráfico —fenómeno que a menudo ha estado acompañado por un aumento de la violencia en algunas partes del país—.
Así mismo, los grupos criminales extranjeros parecen estar estableciéndose cada vez más en Argentina. Si bien los criminales paraguayos y peruanos han tenido presencia en Buenos Aires desde por lo menos mediados de los años noventa, y los narcotraficantes colombianos han utilizado durante mucho tiempo al país como escondite, la llegada de delincuentes extranjeros parece haberse intensificado a medida que el país aumenta su importancia como nación de tránsito de drogas.
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Una ONG argentina informó recientemente que una red criminal peruana vinculada al grupo guerrillero Sendero Luminoso tiene al menos diez laboratorios de cocaína en el barrio Bajo Flores (señalamientos que motivaron al Papa Francisco a referirse a la “mexicanización” de Argentina).
A medida que se presenten dinámicas similares en diferentes lugares de Latinoamérica, en otros países también se podría dar el fenómeno de que los delincuentes extranjeros participen no sólo en los envíos de drogas transnacionales, sino también en el microtráfico y en otros delitos localizados. Por ejemplo, en Ecuador, en 2011, el líder de un grupo criminal colombiano conocido como La Cordillera fue arrestado por presuntamente dirigir una red de microtráfico en Quito. En Bolivia, en 2014, fueron identificadas cinco “megabandas” de delincuentes extranjeros dedicadas a los robos a mano armada. Así mismo, el oriente de Paraguay también ha visto recientemente una ola de robos a mano armada, presuntamente realizados por delincuentes brasileños.