Un político paraguayo, quien pagó una pena de prisión por narcotráfico, está siendo investigado por lavado de dinero —un caso representativo del nuevo tipo de criminales que nutre el tráfico de drogas en el Cono Sur—.
Un informe de ABC señala que se ha abierto una nueva investigación sobre los orígenes y el valor de algunas posesiones (como haciendas, ganado, aviones, automóviles y gasolineras) de Carlos Rubén Sánchez Garcete, alias “Chicharõ” —lo que un fiscal paraguayo denomina “técnicamente lavado de dinero”—.
Según nuevos documentos y evidencias, Chicharõ realizaba transacciones mensuales de más de US$200.000 con una sola cuenta bancaria.
Chicharõ —miembro del Partido Colorado, de derecha, y diputado suplente al Congreso por el departamento de Amambay, en la frontera con Brasil— ha tenido encuentros frecuentes con la ley en Paraguay y Brasil en años recientes.
Chicharõ llamó la atención de las autoridades brasileñas por primera vez en el año 2000, tras el arresto de un hombre que transportaba 2.500 kilos de marihuana camuflada en un cargamento de madera. Las investigaciones indicaron que Chicharõ era el dueño del aserradero donde el camión recibió la carga.
Más tarde, en el año 2008, la policía federal de Brasil arrestó a Chicharõ por cargos de lavado de dinero y contrabando; dos años después fue sentenciado a cuatro años de prisión. En una entrevista, Odilón de Oliveira, el juez que sentenció a Chicharõ, dijo: “es un narcotraficante. Confirmo que mi sentencia es definitiva”.
A pesar de esto, Chicharõ —conocido como Adriano Lopes Bordon en Brasil— logró escapar a Paraguay y, aun siendo fugitivo de la justicia brasileña, decidió lanzarse a la política con el Partido Colorado.
No obstante, unos cinco meses después de su elección, la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD) de Paraguay arrestó a Chicharõ en un pequeño pueblo en la frontera con Brasil. Aunque tenía una orden vigente de extradición a Brasil, su sentencia en la cárcel fue transferida a Paraguay. Después de cumplir parte de su condena en la prisión Tacumbú, fue liberado en septiembre de 2014 y ahora se encuentra en arresto domiciliario.
Sin embargo, en julio de 2014, un avión que transportaba drogas, y que fue vinculado con Chicharõ (en prisión en aquel entonces) debió hacer un aterrizaje de emergencia y mató a dos mujeres y un niño que viajaban en motocicletas. La aeronave —presuntamente piloteada por tres paraguayos y un brasileño— fue abandonada junto con su cargamento. Tiempo después, Chicharõ supuestamente contactó a la madre de dos de las víctimas del accidente de la avioneta y le ofreció una compensación económica a cambio de no decir nada a las autoridades.
La avioneta que se estrelló contra varios peatones en 2014 en Paraguay y mató a tres personas. Fuente: ABC Color
Investigaciones posteriores develaron que Chicharõ es la mano derecha de Luiz Carlos da Rocha, alias “Cabeça Branca”, considerado como el sucesor de Fernandinho Beira Mar, uno de los principales proveedores de droga en la región.
Análisis de InSight Crime
Chicharõ ha estado en el centro de la expansión del narcotráfico en el Cono Sur, y no es el único narcotraficante paraguayo que desempeña esta función. La posición de Brasil como el segundo mercado mundial de cocaína ha permitido que una red criminal en Suramérica acumule ganancias estimadas en US$9 mil millones al año por venta de drogas. Chicharõ es solo una de las figuras poco conocidas que dirige un lucrativo comercio de narcotráfico transnacional similar al de Estados Unidos.
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La habilidad de Chicharõ de moverse en círculos políticos a pesar de su prontuario criminal también demuestra la debilidad de las instituciones paraguayas para investigar y acusar competentemente a las personas involucradas en contrabando y narcotráfico, mientras que la corrupción entre los funcionarios se profundiza cada vez más.
Por cierto, la incapacidad de llevar a Chicharõ a los tribunales —y la habilidad de éste para postularse para un cargo público estando fugitivo en Brasil, así como de continuar con sus actividades de narcotráfico desde la prisión— es un indicador preocupante del rumbo que están tomando las cosas en la región.