El grupo guerrillero desmovilizado de las FARC en Colombia lanzó recientemente un nuevo partido, pero las divisiones internas han sembrado incertidumbre en el futuro de la nueva organización.
El 1 de septiembre, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que en 2016 firmaron un histórico acuerdo de paz con el gobierno colombiano, presentaron por primera vez su nuevo partido político, la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC).
La dirigencia del partido está compuesta de 111 miembros, todos encargados de elegir a los 15 integrantes del Consejo Nacional Político del partido, al presidente del partido y a los exguerrilleros que ocuparán los 10 escaños que les fueron otorgados en el senado y la cámara de representantes en 2018 como parte del acuerdo de paz.
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El 4 de septiembre, el secretariado de las FARC designó como jefe del partido a Rodrigo Londoño Echeverri, alias "Timochenko" —excomandante en jefe de la antigua guerrilla—, y nombró asesor político del partido a Luciano Marín Arango, alias "Iván Márquez", y como asesor organizacional, a Jorge Torres Victoria, alias "Pablo Catatumbo". Los dos últimos son exmiembros del secretariado de la que fuera la guerrilla de las FARC.
Tras el nombramiento, Timochenko se dirigió a las bases de las FARC en una carta con fecha del 12 de septiembre, reconociendo algunas de las dificultades y fracturas al interior del partido. Entre otras cosas, reconoció cuestionamientos a su liderazgo, la dirección ideológica que tomará el partido y cómo los actuales problemas con el proceso de paz también pueden afectar el partido.
Timochenko concluyó llamando a quienes "no creen en" el proceso de paz a "que se hagan a un lado y nos dejen trabajar".
Análisis de InSight Crime
La transición de las FARC a la vida política no ha sido fácil, y lo que les espera parece igual de complicado. Como lo afirmó Timochenko, las FARC entran a la política con diferencias entre los líderes de la organización. Esto puede debilitar la capacidad del nuevo partido político de convencer a los excombatientes de unirse al movimiento.
Incluso durante los años de las negociaciones de paz sostenidas en La Habana, Cuba, el secretariado de las FARC estaba visiblemente dividido en dos tendencias ideológicas: una facción más abierta y menos dogmática, liderada por Timochenko, y una más conservadora y rígida, representada por Iván Márquez.
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Para completar la fisura están los obvios desafíos que enfrentarán los exguerrilleros al dirigir un partido político por primera vez, en especial bajo el liderazgo cuestionable de Timochenko, quien parece enfrentar una oposición interna importante. El capital político del partido ya se ve afectado por la formación de agrupaciones criminales conformadas por excombatientes, la persistencia de interrogantes sobre el patrimonio total de la organización exguerrillera, e intentos de narcotraficantes por hacerse pasar como miembros de las FARC desmovilizados para hacerse a beneficios judiciales pactados en el acuerdo de paz que no les corresponden.
Al mismo tiempo, la base de las FARC tiene dudas sobre si el gobierno cumplirá sus promesas hechas en el marco del acuerdo. Se dice que los exguerrilleros están preocupados por cuáles proyectos productivos se les darán o si recibirán tierra suficiente para hacer posible su reinserción a la vida civil.
Este inestable inicio puede ser un incentivo más para que los exguerrilleros abandonen los acuerdos, quedando más vulnerables al reclutamiento por actores criminales. Sin duda, muchos de los integrantes de las FARC fueron reclutados cuando eran muy jóvenes en lugar de haberse unido al grupo de manera orgánica o por razones ideológicas, y podrían tener poco interés en unirse al partido político.