El tercer periodista asesinado este año en el sureño estado de Veracruz, México, fue abaleado delante de su familia, a pesar de estar bajo protección policial, lo cual ilustra los peligros de trabajar como periodista en un área de tráfico de drogas y seres humanos, y donde la violencia rampante es promovida por la corrupción.
Pedro Tamayo recibió por lo menos diez disparos delante de su esposa y sus dos hijos, afuera de su casa en la pequeña ciudad de Tierra Blanca en la noche del 20 de julio. Según la fiscalía del estado, dos hombres se acercaron a Tamayo y, después de hablar un momento con él, le dispararon a quemarropa.
En ese momento, Tamayo estaba bajo un programa de protección estatal porque había recibido amenazas contra su vida, supuestamente por informar sobre el secuestro y asesinato de cinco jóvenes por parte de la policía local de Tierra Blanca a principios de este año. Como parte del programa de protección, él era monitoreado diariamente por oficiales de la policía, pero, según un informe de AFP sobre su asesinato, los familiares de Tamayo le dijeron a la agencia que “un vehículo de la policía estatal estaba estacionado cerca de la casa cuando se presentó el homicidio, pero los oficiales no hicieron nada para detener a los asesinos, e incluso se ‘rieron’ cuando uno de los familiares pidió ayuda.”
Tamayo murió en una ambulancia cuando era conducido a un hospital.
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El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ por sus iniciales en inglés) informó que un colega de Tamayo dijo que el reportero había trabajado como informante para la policía de Veracruz. Otros informes en línea sostienen lo mismo.
“Él le entregaba a la policía información sobre crimen organizado, que reunía mientras trabajaba como reportero”, le dijo el colega de Tamayo al CPJ. “Este no es un fenómeno extraño en Veracruz, aunque no se habla abiertamente del tema”.
El fiscal general de Veracruz, Luis Ángel Bravo, le confirmó al CPJ que existen “registros de una relación profesional” entre Tamayo y la policía estatal. El fiscal especial para los crímenes contra la libertad de expresión colaborará con las autoridades estatales y locales para investigar la muerte de Tamayo.
Veracruz es uno de los estados mexicanos más peligrosos para los periodistas, y el país ocupa el lugar número 8 en el índice de impunidad global del CPJ. Anabel Flores, reportera de temas criminales para el periódico El Sol de Orizaba, fue sacada a la fuerza de su domicilio en la ciudad de Orizaba, Veracruz, el 8 de febrero, informó SinEmbargo. Su cuerpo fue encontrado al día siguiente en la frontera del estado de Puebla, con sus manos atadas y una bolsa de plástico alrededor de su cabeza.
Manuel Torres, editor del sitio web Noticias MT, fue asesinado a balazos el 14 de mayo de 2016.
Análisis de InSight Crime
El asesinato de Tamayo es una muestra del entorno complejo y peligroso en el que trabajan muchos periodistas mexicanos y de cómo ellos mismos pueden a menudo llegar a ser actores en la disputa de los grupos del crimen organizado por el control y los mercados, o en su conflicto con las autoridades. También se ha demostrado que los periodistas trabajan con las bandas criminales en algunas partes del país.
Veracruz es un populoso y violento estado que hasta hace poco fue un bastión del grupo criminal Los Zetas. Actualmente, según diversos analistas, la valiosa “plaza” de Tierra Blanca es disputada por Los Zetas y el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Además de traficar drogas, los migrantes centroamericanos que pasan por Veracruz en su camino hacia Estados Unidos son una gran fuente de ingresos para las organizaciones criminales, las cuales los secuestran y extorsionan a sus familiares. Además, las bandas criminales les cobran a los migrantes un impuesto por transportarse en los trenes que atraviesan el país de sur a norte, y la línea ferroviaria de uno de esos trenes pasa a través de Tierra Blanca, donde Tamayo vivía y trabajaba. Ese flujo de personas representa una fuente de ingresos fácil para quien controle el territorio.
Dados los altos niveles de criminalidad e inseguridad en Veracruz, no sería raro que la policía estatal y otras autoridades trabajen con las bandas criminales de la zona; en todo México ha habido ejemplos de tal colusión. Que una patrulla de la policía estuviera estacionada cerca cuando Tamayo fue asesinado, junto con el hecho de que él estaba bajo protección después de haber informado sobre los presuntos abusos de la policía, indica que él pudo haber tenido buenas razones para temer a las mismas autoridades encargadas de su protección.