La policía de Perú derribó un avión con drogas en la infame región del VRAEM, en una acción que representa el regreso del gobierno a una polémica política de derribo que pretende poner fin a la actividad ilegal en uno de los más importantes centros de tráfico de drogas de la región.
El 26 de febrero, una unidad de operaciones especiales de la agencia antidrogas de Perú interceptó un avión en el extenso e inhóspito Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), informó la agencia de noticias peruana Andina. El piloto escapó aparentemente, pero la policía recuperó 288 kilogramos de cocaína, equipos de comunicación y armas de fuego.
La policía también encontró una pista clandestina cerca del avión derribado. En la ciudad donde la policía descubrió la pista de aterrizaje, los habitantes informaron sobre la existencia de empresas dedicadas a la construcción de pistas de aterrizaje que operan con rapidez y las alquilan a los traficantes de drogas, según Diario Correo.
Este es el primer derribo de un avión cargado de droga desde que Perú anunció la creación de una zona de exclusión aérea en el VRAEM en una conferencia de prensa el 4 de febrero, en la que el jefe antidrogas Alberto Otárola dijo que los vuelos no reportados a la aeronáutica serían considerados “hostiles e ilegales”.
Análisis de InSight Crime
Como epicentro del narcotráfico en Perú, el VRAEM produce unas 200 toneladas de cocaína al año, con hasta diez vuelos diarios de drogas que conectan a las regiones productoras de coca con Bolivia y Brasil. El anuncio de la zona de exclusión aérea a principios de febrero se vio atenuado por dudas con respecto a temas de capacidad de monitoreo —la cobertura de radar en el VRAEM es escasa—, así como a aspectos de seguridad.
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Según el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus iniciales en inglés), Perú derribó al menos 30 aviones en los años noventa como parte de un esfuerzo por poner fin al puente aéreo que une a los productores de coca con las instalaciones de procesamiento en Colombia. La política de intercepción terminó abruptamente después de un derribo accidental que acabó con la vida de una misionera estadounidense y su hija en 2001.
El retorno a las políticas de derribo es una señal de la carencia de estrategias de seguridad efectivas con las que cuentan las autoridades para luchar contra el tráfico de drogas en el VRAEM. Los esfuerzos de erradicación de coca han fracasado en el pasado debido a las amenazas de Sendero Luminoso, que mantiene una insurgencia armada en la región. La destrucción de pistas clandestinas ha resultado ser ineficaz, pues los narcotraficantes son capaces de reconstruir las pistas en menos de 24 horas.