Los asesinatos por parte de la policía en Río de Janeiro, Brasil, casi se duplicaron en enero de 2019 en comparación con el mes anterior, lo que indica que el presidente Jair Bolsonaro y el gobernador Wilson Witzel han mantenido sus promesas de ejercer acciones agresivas contra los criminales.
El 22 de febrero, el Instituto de Seguridad Pública de Brasil señaló que la policía mató a 160 personas en enero, un aumento de 82 por ciento con respecto a la cifra de diciembre, según informó Estadão. El alarmante número de muertes en enfrentamientos con la policía coincide con el primer mes de Bolsonaro y Witzel en funciones. Ambos asumieron sus respectivos cargos el 1° de enero y prometieron implementar tácticas policiales de disparar a matar.
Esta ha sido la segunda cifra más alta de asesinatos en el mes de enero desde 1998.
Junto a este repunte de los asesinatos policiales, otros crímenes callejeros, como los asaltos y robos en el transporte público, alcanzaron sus niveles más altos desde 1991, pues se reportaron 11.230 casos.
Esta violencia ha continuado al mismo ritmo en febrero. Una operación de la policía militar en las comunidades de Morro do Fallet y Fogueteiro el 8 de febrero dejó como resultado 15 personas muertas en circunstancias sospechosas.
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Las familias de las víctimas sostienen que varios de los jóvenes fueron arrinconados al interior de una casa, donde fueron masacrados.
Otras han presentado quejas ante los defensores del pueblo, denunciando que algunas de las víctimas recibieron disparos en las piernas para evitar que huyeran y luego fueron apuñaladas hasta morir.
Sin embargo, cuando se le preguntó a Witzel sobre la operación en Morro do Fallet, el gobernador evadió la polémica y alabó las acciones de la policía militar.
"Ellos buscan la defensa de todos. Lo que pasó en Morro do Fallet-Fogueteiro fue una acción legítima de la policía militar", afirmó.
La Fiscalía General de Brasil ha abierto una investigación sobre el caso.
Análisis de InSight Crime
Días antes de que Bolsonaro asumiera la presidencia, varios nombramientos para su gabinete, de tendencia aparentemente moderada, generaron la esperanza de que él atenuaría su promesa de dar a la policía licencia para matar.
Pero no hubo ningún indicio de vacilación por parte de Witzel, un radical exinfante de marina que orientó la lucha contra el crimen organizado suya y de Bolsonaro como una guerra contra los terroristas.
La policía, que dio un decidido apoyo a la candidatura de Witzel para gobernador del estado de Río de Janeiro, ha expresado recientemente que se siente sin restricciones y que puede actuar como lo considere necesario. Un coronel de la policía militar de Río le dijo a la prensa que "este ambiente, creado por un discurso más permisivo (de los funcionarios), conducirá a un aumento de la violencia".
Y aunque hay quienes esperaban que Sergio Moro, ministro de Justicia y Seguridad Pública, pondría una nota de moderación, sus propuestas contra el crimen han en realidad han ampliado las circunstancias en las que la policía puede afirmar haber actuado en defensa propia.
Esta fuerte arremetida contra el crimen también ha estado acompañada de la persecución a políticos que han hablado en contra de estas tácticas de mano dura. El asesinato de la concejala y activista Marielle Franco en marzo de 2018 aún está sin resolverse, pero su asesinato se ha relacionado con sus abiertas críticas frente a la ofensiva de seguridad en Río.
Jean Wyllys, congresista de Río que fue mentor político de Franco, huyó de Brasil a finales de enero, tras recibir amenazas de muerte.
Dada la arrolladora victoria de Witzel en las elecciones del año pasado, y la alineación de las políticas de seguridad estatales y federales, parece que estas letales confrontaciones continuarán.