Hay confusión sobre el total de pandilleros que han sido asesinados en El Salvador, lo cual evidencia la necesidad de entender mejor el problema del pandillismo para enfrentar efectivamente la complicada situación de seguridad en el país.
Un informe que la Policía Nacional Civil de El Salvador (PNC) le suministró al periódico local El Faro señala que, de más de los 2.000 homicidios registrados entre enero y mayo en El Salvador, sólo el 30 por ciento de las víctimas eran miembros de pandillas callejeras.
Esta cifra contradice a varios funcionarios de la administración del presidente Salvador Sánchez Cerén, quienes afirman que cerca del 60 por ciento de las víctimas de homicidio pertenecían a pandillas callejeras o estaban relacionadas con ellas.
El ministro de Justicia y Seguridad salvadoreño, Benito Lara, declaró para la prensa en junio que “más o menos el 60 por ciento de los homicidios son producto de las disputas entre grupos delincuenciales en el país”. Así mismo, durante una conferencia de prensa, el secretario de comunicaciones Eugenio Chica sostuvo que “la mayoría de muertos que están ocurriendo son vinculados a pandillas y crímenes, el 40 por ciento son víctimas de la sociedad”.
La PNC no especificó por qué sus cifras sobre pandilleros asesinados eran menores a las establecidas por el gobierno. Sin embargo, señaló que las cifras podrían ser revisadas a medida que la investigación de los casos avance pero, según lo afirmado por El Faro, tal revisión es poco probable por el hecho de que la mayoría de los casos de homicidio quedan sin resolver en El Salvador.
Análisis de InSight Crime
La discrepancia entre la PNC y el gobierno central en cuanto a las estadísticas sobre víctimas de homicidio coincide con hallazgos previos de La Prensa Gráfica. El periódico determinó que en algunas ocasiones las autoridades reportan un mayor número de pandilleros asesinados debido en gran parte a las deficientes técnicas de investigación y a una falta de conocimiento sobre lo que realmente es un pandillero.
Parte de esto se debe a la dificultad que plantea decidir si contar sólo a aquellas personas totalmente iniciadas dentro de las pandillas, o incluir también a las grandes redes de colaboradores y aliados con los que cuentan las maras.
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Los escasos recursos y el deseo de considerar las crecientes tasas de homicidios en El Salvador como asesinatos entre criminales son situaciones que pueden desalentar a las autoridades para conducir investigaciones sobre cómo las pandillas interactúan con la comunidad. Sin embargo, entender cómo los no iniciados colaboran con las pandillas —voluntariamente o bajo coerción— es crucial para proteger a los ciudadanos y mejorar la delicada situación de seguridad en El Salvador.